Ha estado muy presente en las autoridades de la salud, en el ámbito de la educación y en el público general las informaciones alarmantes sobre el obesidad infantil y el sedentarismo con ella asociado. Por muchos años esta situación que no ha dado indicios de mejorar, sino exactamente lo contrario, ha dado pie a un número considerable de propuestas, desde todos los ámbitos, al mismo tiempo que se verifican las dificultades que emergen por toda suerte de factores, rara vez favorables.

En una publicación muy reciente, de inicios de este año, la Revista Médica de Chile, bajo el encabezamiento "Reporte de notas de actividad física en Chile: Contribuyendo en una iniciativa global por niños y adolescentes más activos" , el trabajo tiene como propósito señalar con la mejor evidencia científica, de qué manera, determinados factores se relacionan con los niveles de actividad física en niños y adolescentes.

Los datos obtenidos en nuestro país serán parte, por primera vez, de una matriz global que incluye el reporte de 38 naciones, la que será interpretada y evaluada por un comité internacional de expertos. Los ámbitos que se estudian en esta matriz incluyen once factores: actividad física global; transporte activo; participación en deportes; juego activo; conducta sedentaria; sobrepeso y obesidad; condición física; entorno familiar y pares; entorno escolar, comunidad y medio ambiente y políticas públicas. 

Presentados estos factores, basándose en el entorno social habitual de las diferentes comunidades chilenas, se puede levantar alguna hipótesis o conjeturas de cómo estos inciden en que los niños y jóvenes sean más activos o más sedentarios. No sorpresivamente, en términos generales, este estudio permitió observar que nuestro país muestra un mal desempeño del país en 11 temáticas.

Solo en los dos últimos indicadores Chile alcanzó la nota 4. En total, el país fue evaluado con un 3, cinco décimas menos que el promedio latinoamericano y un punto bajo la media global. Entre los resultados más preocupantes están los bajos porcentajes de niños y adolescentes que cumplen con las metas de actividad física de la Organización Mundial de la Salud, así como el alto porcentaje que pasa más de dos horas diarias frente a la televisión, el computador y los aparatos móviles.

Los investigadores observan con datos fundados y en primer lugar, que la actividad física no se ve como un derecho social, no está instalado en la sociedad que la actividad física es una necesidad indispensable en salud y que "tiene que haber una política mucho más profunda en que se intervenga el territorio donde tengamos, por ejemplo, gimnasios comunitarios o asociados a consultorios", como concluyen Andrea Cortínez y Nicolás Aguilar académicos de la U. de la Frontera, autores de esta investigación. 

Existe además una notable brecha socioeconómica, el estudio comprobó las diferencias entre los colegios públicos y privados; en los colegios públicos hay menos probabilidades de que los niños cumplan con los requisitos mínimos de actividad física, en los primeros solo un 20% tiene profesores de educación física, en comparación con el 80% de los colegios privados.

Las políticas públicas al respecto están bien orientadas, sólo que no son seguidas para monitorear su impacto o su eficacia. Es necesario dar a esta circunstancia, otro nivel en la jerarquía de lo que nos hace falta.