Puede ser oportuno referirse al libro de un historiador contemporáneo de internacional fama, el título, auténtico best seller planetario, llamaba a reflexión; "El fin de la historia".
Puede ser oportuno referirse al libro de un historiador contemporáneo de internacional fama, el título, auténtico best seller planetario, llamaba a reflexión; "El fin de la historia". En una prolija y académica relación, se pretendía demostrar que las grandes tendencias estaban agotadas, que el motor de la historia, que es el deseo de sobreponerse, se había paralizado, al disolverse el bloque de gobiernos comunistas, acto que dejaba como única opción viable una democracia liberal, tanto en lo económico como en lo político.
En palabras de Fukuyama: "el fin de la historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas".
Sin embargo, muchas cosas han cambiado desde que Fukuyama publicara su teoría en 1992, si el título pareció demasiado anticipatorio entonces, ahora es harto más ilusorio, nuevas coaliciones, luchas por quien se queda con la energía , quien con el poder y el control, tienen al mundo de nuevo en ascuas.
Se ha hecho, a propósito de esta situación de cambios profundos y acelerados, comentarios humorísticos, como declarar que el futuro no es lo que era, una paradoja, el considerar el futuro como un hecho del pasado, al ser alcanzado por la tromba del progreso. El futuro se desarrollaba con lentitud y ahora llega continuamente, a toda velocidad sin cesar de anticiparse, sin terminar de generar asombro.
En lo que a nuestras latitudes concierne, la historia no cesa de escribirse, el día de mañana puede ser una auténtica sorpresa, tal vez es frustrante no saber dónde vamos a ir a parar, pero, por lo menos, no nos vamos a aburrir.
PROCOPIO