Editorial

La mesa como arma mortal

Para algunos es un perfecto misterio la extraña predilección de la mayoría de los hombres y mujeres por el sabor dulce, los otros sabores hay que cultivarlos, pero este es favorito desde la partida. El asunto es pensar por qué el sabor dulce es tan importante, por qué hay tiendas de dulces y no de agráz.

Por: Diario Concepción 31 de Marzo 2017

Para algunos es un perfecto misterio la extraña predilección de la mayoría de los hombres y mujeres por el sabor dulce, los otros sabores hay que cultivarlos, pero este es favorito desde la partida. El asunto es pensar por qué el sabor dulce es tan importante, por qué hay tiendas de dulces y no de agráz. 

El sabor dulce es totalmente ajeno al verdadero carnívoro, un león comiendo superochos sería un animal ridículo y patético, digno de inmediata e ignominiosa expulsión de la manada. Pero, para los primates, siempre con el alma en un hilo, arriba de las ramas, o con brevísimas estadías en superficie, ese sabor indica frutas en condiciones óptimas, con buen aporte de carbohidratos y vitaminas, para no mencionar minerales y una que otra proteína útil, casi lo justo para no morirse de hambre allí mismo.

Como no se podía prosperar con una dieta de energía rápida, que se agota pronto y obliga a estar comiendo todo el santo día, nuestros antecesores remotos, exploraron con paciencia y audacia dignas del mayor aplauso, todo tipo de alimentos, se volvieron oportunistas, lo que en dieta, significa comer de todo, no como un animal carnívoro que es, dietéticamente hablando, un especialista, filete o nada. Nuestra especie perseveró en la primera opción, lo que por supuesto tiene más flexibilidad, lo cual siempre es una ventaja.

El problema es que haya quienes han confundido aquello de comer de todo con la obligación de comérselo todo, no como ocasionalmente ocurre, que por impulsos inevitables se pierda la cordura, sino como si se tratara de un mandamiento imperioso, profundo error este último que resulta en una cifra alarmante de kilos de más y una cifra no menos alarmante de años de menos.

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