Editorial

Chile, el país más feliz de Sudamérica

Se observa una ruptura del paradigma que a más dinero, mayor felicidad. Se plantea si este solo factor, la riqueza, es suficiente si no existe confianza en el otro, si se hace cada vez más compleja e insatisfactoria la relación interpersonal.

Por: Diario Concepción 27 de Marzo 2017

Es muy posible que los chilenos hayan sido los más sorprendidos, convencidos que sus conciudadanos están con sentimientos de frustración, rebeldía, desaliento o indiferencia, en cualquier caso difícilmente, si se sometiera este asunto al ciudadano común, la respuesta se asemejaría a la que ha mostrado el World Happiness Report 2017, que describe a Chile como el país más feliz de Sudamérica y ubicado en el puesto número 20 del mundo.

El primer Informe sobre la Felicidad Mundial fue publicado en abril de 2012 como colaboración a la Reunión de Alto Nivel de la ONU sobre felicidad y bienestar. A partir de ese punto, en todo el mundo hay una sensación creciente que hay factores faltantes en el progreso, que las simples cifras de orden estrictamente económico, si bien importantes, son solo una parte de la felicidad de los individuos y las comunidades. Cada vez más, la felicidad se considera la medida adecuada del progreso social y el objetivo de la política pública. En junio de 2016, la OCDE se comprometió a "redefinir la narrativa del crecimiento para poner el bienestar de las personas en el centro de los esfuerzos de los gobiernos".

El World Happiness Report es un ranking que mide el bienestar de 155 naciones del mundo, tomando como base seis factores; el PIB per cápita, los años saludables de esperanza de vida, el apoyo social (medido por tener a alguien con quien confiar en tiempos de problemas), la confianza (medida por la ausencia percibida de corrupción en el Gobierno y los negocios). Decisiones de vida y generosidad (según lo medido por donaciones recientes).

Con esos indicadores, Noruega se encumbra en lo más alto del informe, seguida por Dinamarca, Islandia, Suiza y Finlandia, para los autores de este estudio, "lo que funciona en los países nórdicos es una sensación de comunidad y entendimiento en el bien común". Lo más relevante es una ruptura del paradigma que a más dinero, mayor felicidad. Se plantea si este solo factor, la riqueza, es suficiente si no existe confianza en el otro, si se hace cada vez más compleja e insatisfactoria la relación interpersonal. John Helliwell, el principal autor del reporte y economista en la Universidad de British Columbia de Canadá, concluye "lo material puede interponerse en el camino de lo humano".

Sin embargo, aceptando la evidente lógica del factor humano, no es posible subestimar el fundamento económico, la seguridad en este aspecto, aun moderando su importancia relativa y el factor de ponderación, es un requisito fundamental, no es entonces sorprendente que los países situados en el otro extremo, como los menos felices, sean República Centroafricana, antecedida Burundi, Tanzania, Siria y Ruanda, todos ellos en una situación de pobreza extrema.

En sentido opuesto, para ilustrar el orden de prioridades, Estados Unidos muestra una historia de felicidad reducida, en 2007 ocupaba el tercer lugar entre los países de la OCDE, en 2016 llegó el 19, a pesar de que su renta media se ha incrementado en la última década, se alude como razones para este descenso el aumento de la corrupción y las mayores dificultades para la interacción social.

El contraste entre los signos externos de la situaciwón de los chilenos, de intranquilidades y desconfianzas, parecemos estar más cerca de la felicidad que lo inmediatamente visible.

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