Editorial

Mensajes ambiguos sobre el consumo de marihuana

Se observa un fenómeno de tolerancia social en el cual el consumo de cannabis se ha desdramatizado, sin considerar recientes investigaciones que demuestran trastornos fisiológicos y funcionales sobre el cerebro en desarrollo producidos por esta droga.

Por: Diario Concepción 19 de Marzo 2017

Para poner este tema en el debido contexto, hay que recordar que el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) es una entidad gubernamental encargada de elaborar políticas de prevención del consumo de drogas y alcohol, así como de tratamiento, rehabilitación e integración social de las personas afectadas por estas sustancias. Su impacto en el cuerpo social en este asunto es evidente, por tanto, los mensajes que de allí provengan pueden fijar el curso de los comportamientos de la sociedad en su relación con estas substancias.

En razón de lo anterior, resulta a lo menos insólita la propuesta en tono menor del actual director de Senda, Dr.Patricio Bustos, en reemplazo del doctor Mariano Montenegro, quien tenía sobre el particular un criterio harto más acorde con las complejas implicancias del consumo de la marihuana. La postura de Bustos es distinta a la de su antecesor, utilizando uno de los argumentos más usados para trasladar responsabilidades, ha declarado que "en la tramitación se escucharán a todos los actores relacionados". Aunque manifiesta que la marihuana es una sustancia que produce adicción y en algunos casos produce algunos niveles de dependencia, procede a declarar que "no es definitivamente una puerta de entrada a otras drogas" y que esa posibilidad no tiene ningún sustento.

Es a lo menos sorprendente que un profesional de la salud calificado, en una posición de la más alta responsabilidad en este aspecto, tenga una postura tibia en un asunto sobre el cual sí hay suficiente evidencia científica como para, a lo menos, dejar planteada una duda más que razonable y no una "caricatura" mediática, como ha dado a entender. 

Por otra parte, ya hace más de 50 años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegó a la conclusión de que el uso del cannabis era peligroso física, mental y socialmente. A pesar de aquello, con posturas livianas, se observa ahora un fenómeno de tolerancia social en el cual el consumo de cannabis se ha desdramatizado, sin considerar recientes investigaciones con tecnología de última generación que demuestran trastornos fisiológicos y funcionales sobre el desarrollo cerebral inducidos por cannabis.

De lo que no parece haber duda es que los jóvenes son la población a mayor riesgo y más vulnerable, dado que el inicio precoz del uso del cannabis aumenta la probabilidad de desarrollar dependencia, afectando a la memoria y el aprendizaje. En el último "Informe sobre el Uso de Drogas de las Américas de 2015" de la OEA, Chile se posiciona como el país con mayor consumo de marihuana entre adolescentes- aún con la posibilidad de haber sido subestimado- que ha aumentado en todos los países de la región, con excepción de Perú. En Uruguay, en el periodo 2003-2014 el consumo de marihuana se duplicó, pasando del 8,4 % al 17 %.

Las decisiones en salud pública no debieran ser opinables, deberían ser, en cambio, el producto maduro y razonado de la evaluación científica rigurosa, que no pocas veces resultan ser políticamente incorrectas, al interferir en muchas circunstancias con las libertades personales, por inadecuadas que éstas sean. Las políticas deben ser claramente técnicas, basadas en evidencia, incontaminadas de gestos erradamente progresistas. En este tema en particular, las declaraciones de la autoridad no deben prestarse a falsas interpretaciones.

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