Editorial

El nacimiento del dolor de muelas

A pesar de estar convencidos que muchos males del cuerpo y de la mente tenían un correlato con el comportamiento de cada uno para con los dioses, no debe entenderse que los habitantes del valle entre Tigres y Eufrates, un par de miles de años antes de Cristo, fueran cortos de entendimiento y que a falta de conocimiento fueran así de rudimentarios, sabían perfectamente que había agentes físicos y biológicos de las enfermedades y los daños orgánicos.

Por: Diario Concepción 06 de Febrero 2017

A pesar de estar convencidos que muchos males del cuerpo y de la mente tenían un correlato con el comportamiento de cada uno para con los dioses, no debe entenderse que los habitantes del valle entre Tigres y Eufrates, un par de miles de años antes de Cristo, fueran cortos de entendimiento y que a falta de conocimiento fueran así de rudimentarios, sabían perfectamente que había agentes físicos y biológicos de las enfermedades y los daños orgánicos.

Nadie puede emprender continuas guerras sin compasión y sin terminar sabiendo que hay en estas circunstancias, horribles consecuencias. Los golpes, las mutilaciones, el frío, el hambre o las quemaduras y arreglárselas para sobrevivir, con intervenciones de todo tipo, oraciones incluidas.

Lo tenían clarísimo, el dolor de muelas, por ejemplo, consecuencia de un gusano creado por los pantanos, este se queja amargamente ante Shamash: "¿qué me das por alimento? Colócame en medio del diente y déjame vivir allí para destrozar la sangre del diente y masticar la médula de la encía". Como lloraba con entusiasmo, el dios lo puso donde quería. Haberlo sabido antes, podríamos haber elevado un recurso de protección, pero ya es tarde.

Entonces la causa era natural y biológica, pero al mismo tiempo una enfermedad originada en el pecado, enviada como castigo por los dioses, con el agente gusano que ellos mandaban y podían retirar. Es cierto que no se trata de gusanos, sino de otros animales más pequeños, que se las arreglan sin intermediarios divinos, pero muy vulnerables a oportunas medidas sanitarias, si es que el portador se lo propone. No es fatalidad, es el castigo al pecado de no actuar a tiempo.

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