Para sus admiradores, al estado de Florida, ese apéndice que cuelga al sureste de los EE.UU., no le falta nada, con Miami, Orlando, Walt Disney, Centro espacial, entre muchas otras indudables atracciones, lo único que no tiene, es lo que la hizo famosa en el siglo XVI, la Fuente de la Juventud, mejor dicho, su búsqueda, de la cual nace esta leyenda, una antigua creencia que embelesó a los conquistadores.
El emprendedor Juan Ponce de León, listo para hacerse rico y famoso esperanzado por vivir eternamente, y de paso tener todo lo que hace falta para financiar ese interminable lapso, no trepidó en costear de su propio bolsillo una expedición de tres barcos que partió en 1513 en busca de tan prodigiosa fuente. En abril de ese año, arribó al lugar pensando que pronto bebería de esas aguas milagrosas El gran conquistador se pasó casi el resto de su vida buscando la mítica fuente, hasta que lo zurcieron a flechazos los aborígenes del lugar, tras lo cual se trasladó a Cuba, donde murió en 1521.
Por supuesto que la búsqueda continúa, no por él, que descansa en paz, sino por otros divididos en dos grandes grupos; los ingenuos e iluminados y los estafadores y tramposos, por supuesto con diferentes motivaciones.
Mientras tanto, la ciencia trabaja en la medicina antienvejecimiento, manipulando cuidadosamente los factores biológicos y psicológicos que marcan la ruta hacia la vejez. Con la esperanza de ser eternos, hay varios que han muerto en el intento. Nada puede detener el esfuerzo del hombre por combatir el único enemigo invencible, sin pensar detenidamente en el significado de llenar el planeta de gente antigua impidiendo la llegada del recambio. Puede ser un triunfo pírrico.
PROCOPIO