Editorial

No entender a los canguros

Por: Diario Concepción 29 de Diciembre 2016

Cuando el capitán James Cook desembarca en el hasta entonces desconocido continente australiano, en 1770, se encontró con un asombroso ejemplar, el animal no se parecía a nada de lo conocido en el mundo civilizado. Daba saltos enormes de más de 10 metros, impulsándose espectacularmente con sus grandes patas traseras, desproporcionadas respecto al cuerpo, con una cola estupenda, larga y gorda, con la cual se las arreglaba para mantener el equilibrio. 

Como si todo fuera poco, la hembra tenía una bolsa exterior a la altura del vientre en la cual transportaban a sus crías, a veces bastante creciditas, asomadas, con las manitos tomadas del borde, como cualquier niño mirando el desfile desde el balcón. 

Se puso en contacto con los nativos para saber cómo se llamaba, ya que la existencia de un animal raro y más encima anónimo, era claramente una situación insoportable. Con su secretario, un joven naturalista llamado Joseph Banks, creyeron entender la pronunciación gutural del informante como Kangoru. La palabra fue correctamente ingresada en la libreta de bitácora. El nombre se hizo rápidamente popular, con la misma velocidad que se hicieron famosos los canguros. Más tarde, con el paso de los años y más conocimiento de causa, los británicos descubrieron que en alguna de las más de 250 lenguas nativas de la isla, kun- u- ru significaba simplemente "no entiendo".

Se requiere urgentemente nuevos traductores para las nuevas palabras utilizadas para enmascarar la realidad, como post verdad, algo que aparenta ser verdad y parece ser más importante que la propia verdad. Según el Diccionario Oxford, el uso de esta palabra aumentó en 2016, un 2.000% con respecto a 2015, algunos prefieren kun-ur-u.

PROCOPIO
 

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