El otro factor crítico a la hora de optar es conocer el nivel de empleabilidad y de ingresos de las carreras técnico-profesionales. Las carreras de mayor empleo de un CFT, sobre el 86%, superan el empleo medio de un IP, 76%, e incluso el empleo medio de las universidades, levemente por encima de 83% en promedio.
Se trata ciertamente de un período de transición, todavía la relación entre ingresos y estudios está asociada con fuerza a las carreras universitarias, y en esta etapa, al potencial laboral y nivel de remuneraciones de algunas de ellas. Ante la complejidad de ofertas, se hace necesario pensarlo muy bien.
Sin embargo, con lentitud y progresivamente, se empieza a instalar la otra forma de educación superior, aquella provista por Institutos Profesionales (IP) y Centros de Formación Técnica (CFT), que en los últimos años está siendo una alternativa excelente, no a título de consuelo, por no haber logrado ingresar a la universidad, sino como una opción igual o mejor. En efecto, determinadas carreras en este ámbito tienen un nicho mucho más amplio y una apreciación mayor que muchas otras carreras universitarias tradicionales y saturadas, y por tanto, con reducidas posibilidades ocupacionales.
Hay que considerar además el cambio reciente en cuanto a posibilidades de financiamiento, hay 44 instituciones que el próximo año tendrán gratuidad, entre ellas, 12 de formación técnica, las cuales empiezan a encontrar los primeros resultados positivos de esta nueva política. Algunas instituciones ya están observando aumentos considerables de matrícula para el próximo año académico.
Esta situación puede alterar en un plazo relativamente mediato la realidad nacional, a este respecto, actualmente en Chile hay dos universitarios por cada técnico de nivel superior, lo que implica que el país tiene un déficit importante de técnicos profesionales calificados, lo que afecta negativamente a distintos sectores de la economía y restando posibilidades de competir ventajosamente, ya que este capital humano es de suma importancia al momento de marcar las diferencias.
Las carreras técnicas profesionales, ya sean de técnicos de nivel superior y profesionales sin licenciatura, representan el 47,9% del total de la matrícula de Educación Superior, y el 57,3% de la matrícula de 1er año del año 2015. Es decir, de cada 100 estudiantes nuevos que ingresaron a la Educación Superior el año pasado, 33 decidieron entrar a una carrera profesional universitaria y 57 a una carrera técnica o profesional sin licenciatura, principalmente en IP y CFT.
La razón evidente de este cambio, es que se trata de carreras más cortas y de menor arancel, ya que éstas duran entre 2 y 3 años, y las profesionales sin licenciatura entre 4 y 5. Para las familias es además de mucha importancia el arancel adecuado a sus recursos, en términos aproximados, el costo promedio de una carrera técnica en CFT es $1 millón 140 mil y en IP de $1 millón 190 mil, lo que contrasta notablemente con los $2,5 millones y muchas veces bastante más, como costo de las carreras profesionales con licenciatura en las universidades.
Indudablemente, el otro factor crítico a la hora se optar es conocer el nivel de empleabilidad y de ingresos de las carreras técnico-profesionales, las carreras de mayor empleo de un CFT, sobre el 86%, superan el empleo medio de un IP, 76%, e incluso el empleo medio de las universidades, levemente por encima de 83% en promedio. Un egresado de mejores ingresos de un IP puede ganar en $1,2 millón, superando el ingreso promedio de los egresados de una universidad.
Justo en estos momentos, los jóvenes y sus familias deben dar a estas posibilidades una nueva mirada.