Cuando las necesidades básicas llegan casi por añadidura, sin esfuerzo digno de Hércules, es que las sociedades empiezan a romperse por las costuras y llega el aburrimiento, en gloria y majestad, más rico, más aburrido, con mayor necesidad de divertimentos y caprichos epicúreos
Cuando las necesidades básicas llegan casi por añadidura, sin esfuerzo digno de Hércules, es que las sociedades empiezan a romperse por las costuras y llega el aburrimiento, en gloria y majestad, más rico, más aburrido, con mayor necesidad de divertimentos y caprichos epicúreos. La familia pierde importancia, llega la farándula y la tendencia a permanecer en un deseable estado de perpetuo carnaval.
Lo anterior es manifiestamente una insufrible exageración, pero hay antecedentes históricos como el emperador romano Heliogábalo. Una vez asesinado Caracalla, se puso en su lugar a este adolescente, el jovencito dio pronta muestra de ser un loco desatado, o un pervertido de excelencia, en apretada síntesis un historiador de la época declara "deshonró al trono con sus desmesurados vicios, como la lujuria, la infamia, la glotonería, el orgullo y la fiereza". Descripción que en realidad se queda pálida frente al talento para el mal de ese despreciable sujeto. Se le atribuye la dudosa invención de aromatizar el vino con poleo y piña, este último todavía en amplio uso por sus pares etarios del tercer milenio.
Como sus caprichos no se detenían allí, los fondos del imperio sufrieron un rápido deterioro y consecuentemente, le empezaron a perder el cariño. La misma abuela que se había encargado de complotar para ponerlo en el trono, Julia Mesa, se dio cuenta que su nietecito estaba poniendo en peligro el poder de la familia y lo mandó a matar por la guardia pretoriana, poniendo en su lugar a otro nieto, más cuerdo.
Sin llegar a tanto, es posible que el hecho de tener todo sea una amenaza para la cordura, que se pierda la ruta, a menos que se tenga amigos y familiares que sirvan como cable a tierra.
PROCOPIO