La situación del Sename es imposible de perdonar, que periódicamente se descubra nuevos hechos, cada cual más alarmante, hace legítima la pregunta de cuándo se va a ordenar la casa, hasta cuándo se pondrá la basura debajo de la alfombra.
La situación del Sename es imposible de perdonar, que periódicamente se descubra nuevos hechos, cada cual más alarmante, hace legítima la pregunta de cuándo se va a ordenar la casa, hasta cuándo se pondrá la basura debajo de la alfombra.
Está siendo una nueva y muy inadecuada forma de llevar las cosas en orden, las instituciones nacionales. Bastantes están delegando los controles a los que quieran darse la molestia, ya no son los rigores de la administración que se cuida a sí misma y la que genera mejoramientos e indicadores, sino que se sigue haciendo lo que se supone debe hacerse con el mínimo de devoción, con los encargados de turno, que se apoderan de los beneficios de sus posiciones, pero que pronto olvidan la razón de que estén donde están.
El signo más claro de esta situación es que todo parece marchar sobre rieles hasta que los pillan. Se pudo usar otro verbo, hasta que se descubre, hasta que se detecta o revela, cualquiera, pero pillar resulta más adecuado porque ha existido negligencia para hacer las cosas bien, la mayoría de las veces con consecuencias meramente económicas, pero al final, recursos monetarios, lo que resulta imperdonable es que a consecuencias de esas desprolijidades o malas prácticas haya gente que sufra, pero aún, niños.
La situación del Sename es imposible de perdonar, que periódicamente se descubran nuevos hechos, cada cual más alarmante, hace legítima la pregunta de cuándo se va a ordenar la casa, hasta cuando se pondrá la basura debajo de la alfombra. El Gobierno está a cargo, es la entidad que debe hacerse cargo de dejar todo en orden y esperar que la investigación periodística, o las denuncias muestren nuevas y peores situaciones de vergüenza y lástima, de las cuales suele deshacerse con anuncios de investigación hasta las últimas consecuencias, que en realidad parecen terminar justamente en esa última declaración retórica.
Si se trata de decir la verdad, sin la rutinaria traducción a los eufemismos, lo que está sucediendo allí no tiene justificación y menos el hecho que no se haga nada. El Instituto Nacional de Derechos Humanos presentó una querella en Valparaíso por el maltrato a 25 menores del Centro de Reparación Especializada de Administración Directa Playa Ancha, dependiente del Servicio Nacional de Menores. Según esta relación, los niños han sido sometidos, de manera sistemática, a golpes y maltrato verbal por un grupo de funcionarios de este centro.
La dirección del Instituto ha decidido, teniendo a la vista los antecedentes, deducir una querella por tortura, añadiendo, por si hiciera falta que "es importante tener presente que la tortura aplicada a niños bajo la custodia del Estado es gravísima". Se agrega otra denuncia, esta vez trata de la existencia de, al menos, cuatro redes de explotación sexual comercial de menores, compuestas por 25 jóvenes cuyas edades oscilan entre los 13 y 17 años, que son internos o ex residentes de hogares, el fiscal a cargo de la investigación en estas redes de menores del Sename en la Región Metropolitana declaró que habría casos similares en otras partes del país.
Por una ínfima parte de estas denuncias ya habría sido necesario intervenir todo el sistema, nombrar las personas adecuadas para hacer una investigación a fondo de que sucede allí y dejar fuera de sus cargos a todos los responsables, los que actualmente cobijados por sus soportes políticos, logran evadir sus responsabilidades. Es absolutamente necesario limpiar la casa.