Se advierte, desde este punto, que las consideraciones siguientes son políticamente incorrectas y para peor, en sentido contrario al progreso de la tecnología, como el nuevo Olimpo cargado de numerosos y totipotenciales nuevos dioses, listos para emprender tareas cada vez más complejas y alucinantes.
Al mirar tribus de niños y no tan niños, embobados frente a una pantalla personal donde mueren toneladas de zombis, vampiros y terroristas por minuto, gracias a los ágiles reflejos de los operadores de los controles y sus supersónicos dedos pulgares. Se debería agradecer que gracias a esos calificados combatientes, el planeta se vea libre de peligros inminentes, como una sobre población de muertos vivos, que demuestran alarmantes velocidades de desplazamiento, de vampiros, que de aspecto juvenil y un tanto mórbido y paliducho, manifiestan una preocupante tendencia a ir sobre nuestras yugulares, por no mencionar terroristas con vocación de destructores de las democracias y complejos seres vivientes de inadivinables intenciones que se han tomado la molestia de recorrer la galaxia para llegar a este envidiable planeta.
Lamentablemente, el desarrollo de esas competencias tiene un precio, la renuncia a usar el resto de los músculos, en forma saludable, con posibilidades de perjuicios para esqueletos en posiciones viciosas.
Sin embargo, la amenaza mayor es que distraídos por tanto ruido e imágenes que se suceden en tercera dimensión, terminemos por olvidar que el mundo sigue aquí, lleno de personas y mentes por conocer. Se corre el riego de que cada uno de nosotros se transforme en una isla con habilidades para compartir nuevas y desafiantes aplicaciones a nuestro último adminículo para explorar la realidad virtual, dejando afuera la realidad de siempre, por aburrida y despaciosa.
PROCOPIO