Editorial

Reconversión de la industria regional

Se hace necesario incentivar y apoyar con fuerza la desfalleciente industria local, sin perjuicio de perfeccionar lo que ahora nos mantiene, a lo menos, vigentes.

Por: Diario Concepción 08 de Diciembre 2016

Parece legendario, o por lo menos histórico, pensar en la ciudad de Concepción como un ente industrial, partícipe en la producción del país, ante esta realidad de ciudad de servicios, o turística, o casi emblemática en la educación superior. 

Sin embargo, Concepción tuvo un barrio industrial, en el sector de la ciudad que había decidido dar la espalda al río, con esa descripción resulta fácil comprender que había entre el centro y la ribera del río un espacio más que suficiente para todo aquello que resultara molesto para la vida cotidiana del ciudadano de buen pasar, empezando por la línea del ferrocarril y de ahí a la terra incognita, donde se instalaron barracas de madera, molinos de harina, fábricas de calzado, pequeñas industrias metalmecánicas.

En una publicación de la Sociedad de Fomento Fabril, el libro "Chile 100 Años de Industria" , se presenta un listado de Industrias Pioneras del siglo recién pasado, suficientemente antiguas para un país que hace solo un poco que cumplió su segundo centenario como patria libre. Allí se destaca un grupo de empresas, como la Fábrica de Cajas y Artículos de Cartón, de Alberto Almeida, cajas para perfumerías, artículos para boticas y laboratorios químicos y Fábrica de Luis Dal Borgo, Colchones, catres y hormas para calzado en el año 1910. En la comuna vecina la Sociedad Nacional de Paños de Tomé 1914, dedicada a la Fabricación de paños, casimires, chalones, mantas de la prestigiada marca "Oveja".

Esas iniciativas fueron precedidas de comercio importador, generalmente por ciudadanos europeos avecindados, o como socios mayoritarios de emprendedores nacionales, como por ejemplo la firma Balfour y Williamson, residente en Inglaterra, y los socios Henderson y Mathieson, domiciliados en Valparaíso, en los comienzos de la década de 1890, una relación mercantil que partía de Inglaterra, seguía a Valparaíso y desde este puerto a Concepción.

A fines del año pasado, con motivo de la desaparición del último de los residuos industriales citadinos, el molino el Globo, la urbe le dio una vuelta de hoja a ese pasado que la hizo floreciente, sin falsas nostalgias, porque cada movimiento tiene su motivo y su tiempo. Sin embargo, hay algo que trasciende la actividad industrial propiamente tal y es el espíritu emprendedor, la mentalidad positiva para encontrar oportunidades y aprovechar las ventajas relativas de esta parte del territorio nacional.

Resulta estimulante pensar que en gran parte ese espíritu sigue presente, pero esta vez en un ámbito de mayor dificultad competitiva, puede que exista espacio para la industria electrónica, un posible locatario del futuro Parque Científico Tecnológico, empleos y oficios que no resultan imaginables para el ciudadano común, pero que serán indispensables a poco andar con el avance acelerado de la tecnología en todos los campos laborales.

El esfuerzo de los nuevos emprendedores regionales debe ser respaldado con decisión por las autoridades regionales y las instituciones que corresponda. Con una visión proactiva del futuro, agroindustria, generación y transformación de energía, los múltiples frentes de avance en la investigación de las universidades locales.

Las iniciativas deben salir de las mesas de diseño y laboratorios, se hace necesario incentivar y apoyar con fuerza la desfalleciente industria local, sin perjuicio de perfeccionar lo que ahora nos mantiene, a lo menos, vigentes.

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