Editorial

El conocido prólogo de los incendios forestales

No basta con desplegar operativos cuando estos incendios se inician, al considerar su capacidad de daño, tanto económicos, como ambientales y sociales, menos aun cuando se conoce la magnitud de la superficie afectada anualmente, la que promedia las 52.000 hectáreas.

Por: Diario Concepción 29 de Noviembre 2016

No basta con desplegar operativos cuando estos incendios se inician, al considerar su capacidad de daño, tanto económicos, como ambientales y sociales, menos aun cuando se conoce la magnitud de la superficie afectada anualmente, la que promedia las 52.000 hectáreas.

 

Es seguramente un mecanismo protector, la tendencia a desplazar a un segundo plano amenazas graves ante pequeños cambios de escenario que de alguna manera parecen atenuar las urgencias; Incendios forestales en la Región del Bío Bío, por ejemplo, presentes como la espada de Damocles tan pronto se inicia la temporada estival. Esta vez con un clima errático, que invita a olvidar que el sol sí está cada vez más cercano y con él las temperaturas altas, sumadas a los clásicos vientos fuertes.

Los incendios forestales son, en todas partes, entidades de altísima peligrosidad, no solo por la pérdida tremenda de recursos sino por la amenaza sobre vidas y bienes personales y alteraciones severas de naturaleza ecológica. Por eso se lleva de ellos un registro internacional, para utilizar en la medida de lo posible la experiencia que se gana en su prevención y control.

En la lista de los dieciocho grandes incendios forestales que marcaron la historia de diferentes países alrededor del mundo, se encasillan, en la tabla alta aquellas conflagraciones que comprometen enormes superficies, como el incendio de casi 70.000 hectáreas en el verano ruso de 2003. En el segundo grupo, entre 30 y 20 mil hectáreas, se describen, el incendio en La Rufina, Chile, 1999 con 25.389 hectáreas y el que se produjo en la comuna de San Fernando en 1999, el cual consumió un total de 25.389 hectáreas, 24.487 de ellas plantaciones. 

En este grupo de grandes incendios aparece nuestra región, con el incendio de Quillón de 2012, el que requirió de varios días de brigadas forestales y de bomberos, terminando con la destrucción de 20.000 hectáreas, con más de 500 personas damnificadas. El incendio forestal de Hualqui en 1999 con 16.731 hectáreas. En la Región de la Araucanía se registra el incendio del año 2002, el más largo en extinguirse, tras 74 días de trabajo, consume 14.536,48 hectáreas de bosques.

Si bien es cierto las altas temperaturas y el viento concurren a explicar los extensos daños resultantes de los grandes incendios, el principal agente causante continúa siendo, por mucho, el hombre mismo, por descuido o mala manipulación de fuentes de ignición, por prácticas agrícolas, o por acciones vandálicas o delictivas. El caso clásico es el famoso incendio de Torres del Paine de la Región de Magallanes que consumió 15.470 hectáreas, causado por un turista desaprensivo. 

De acuerdo a cifras de Conaf, durante el periodo 2013-2014 se produjeron en el país 5.914 incendios forestales de diversa magnitud, los que afectaron más de 100 mil hectáreas de pastizales y bosques, entre las regiones de Coquimbo y Magallanes. En el último mes, hubo incendios en cuatro regiones del norte y centro de Chile, con una superficie afectada de 8.005 hectáreas de vegetación, más otros en Bío Bío y Los Lagos, agregando pérdidas de 1.984,23 hectáreas.

No basta con desplegar operativos cuando estos incendios se inician, al considerar su capacidad de daño, tanto económicos, como ambientales y sociales, menos aun cuando se conoce la magnitud de la superficie afectada anualmente, la que promedia las 52.000 hectáreas. Los expertos harán lo que les es propio, pero toda la población tiene compromisos, se sabe lo que enciende los bosques, también lo que habría que hacer para, sino evitarlos, por lo menos disminuirlos; una cultura inculcada de respeto a la naturaleza y de sus necesarios cuidados.

 

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