"Nada deben estas anotaciones al amor propio, a la información, a la máxima o la novela. Un fuego de hierbas secas bien hubiera podido ser su editor". Así comienza René Char su "Hojas de Hipnos", obra que bien podríamos calificar de sui generis, pues más que el ejercicio poético de un vate, parece ser la bitácora de un descuidado capitán.
"Nada deben estas anotaciones al amor propio, a la información, a la máxima o la novela. Un fuego de hierbas secas bien hubiera podido ser su editor". Así comienza René Char su "Hojas de Hipnos", obra que bien podríamos calificar de sui generis, pues más que el ejercicio poético de un vate, parece ser la bitácora de un descuidado capitán.
Las hojas de Char brotan en tiempos oscuros, después de que el ejército Nazi invade Francia con su estela de locura, odio y muerte. Tiempo insensato en que la debilidad, la cobardía y la traición se imponen como statu quo de media nación. ¿Cabía otra alternativa ética que resistir? René Char no lo dudó y, sin pretenderlo, se vistió de héroe, transformándose en la encarnación de su propia poesía.
Las palabras fluyen de manera espontánea y sin pretensiones sobre un cuaderno con olor a pólvora y a sangre. Y es que cuando el peso de la noche cae sobre el mundo, el poeta no duda en dejar de lado la pluma y tomar las armas, cambiando así el lenguaje de las ideas por el lenguaje de la acción. Si quería volver a cantarle a la belleza, primero era preciso recuperarla.
Si Char, y muchos otros poetas guerreros, no se rindieron en la hora más oscura de un mundo convulsionado, ¿cómo podríamos dejarnos derrotar hoy por el nihilismo imperante ante la mala calidad de la política y de muchos de nuestros políticos? ¿Debemos rendirnos ante quienes hacen las cosas mal, capitular ante un sistema en que los partidos se reparten los cargos del Estado como un botín, o en que se validan relaciones espúreas entre la política y quienes la financian irregularmente? Tal vez sea de ser héroes de lo cotidiano, y al igual que Char, dar la batalla y no tener miedo a levantar la voz ante lo que está mal. Sólo asumiendo ese protagonismo y esa responsabilidad, podremos soñar el día de mañana con ser un mejor país.
PIGMALIÓN