Editorial

Calidad de vida, un terno a la medida

Por: Diario Concepción 15 de Noviembre 2016

Como algunos cantantes poetas a la fuerza proceden a gimotear- ya que la idea es manoseada y antigua- la vida es una cosa, pero la calidad de la vida otra muy diferente, de tal manera que sin una buena calidad la vida misma parece no tener sentido. Sin poesía alguna, por mala que sea, la utilización del concepto de Calidad de Vida puede remontarse a los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, como una tentativa de los investigadores de la época de conocer la percepción de las personas acerca de si tenían una buena vida o si se sentían financieramente seguras.

Su uso extendido es a partir de los años sesenta, cuando los científicos sociales inician investigaciones en el tema, recolectando información y datos objetivos como el estado socioeconómico, nivel educacional o tipo de vivienda, siendo muchas veces estos indicadores económicos insuficientes, dado que sólo eran capaces de explicar solo en pequeña parte el estado de satisfacción de las personas.

Frente a esto, algunos psicólogos plantearon otras mediciones subjetivas, para descubrir qué hacía falta para estar feliz de la vida y poder explicar, por sobre un 50%, esta percepción, lo que es suficientemente bueno. En pocas palabras, qué es necesario para añadir calidad al tránsito de cada uno de nosotros por este mundo. Después de las consabidas múltiples pruebas, se concluye que lo que hace falta es: sentimiento de satisfacción con la vida en general, capacidad mental para evaluar la vida propia como satisfactoria y un aceptable estado de salud físico, mental, social y emocional, con la advertencia esto podía ocurrir en ausencia de algunos factores del párrafo anterior. 

En una de estas Siddhartha Gautama tenía toda la razón.

PROCOPIO
 

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