Editorial

Fuentes laborales como factor estratégico

Se corre el riesgo de perder de vista las limitaciones impuestas por la realidad, hay un enfrentamiento entre política y economía, cuando es en cambio necesario que ambas concurran.

Por: Diario Concepción 12 de Noviembre 2016

Suelen observarse estas cifras como otra información que emana de los organismos oficiales para tomar el pulso al desarrollo nacional y muchas veces para salir al paso de críticas al desempeño de las autoridades, rara vez, a pesar que retóricamente así ocurre, se refiere a las personas que representan las cifras en cuestión, la abstracción numérica y sus fracciones de los seres humanos que las hacer aparecer. 

En ese contexto, se toma conocimiento de los datos del último trimestre, presentados por el Instituto Nacional de Estadísticas, correspondientes a la tasa de desempleo durante el periodo, indicando que esta bajó hasta 6,9%. El indicador durante el periodo evaluado evidenció un incremento de 0,4 punto porcentual en 12 meses y una variación negativa de 0,2 pp. Respecto del trimestre móvil anterior, eso sí, se advierte que el aumento de Ocupados se debió al alza de trabajadores por Cuenta Propia (5,5%), que corresponde a hombres (6,8%) y por mujeres (3,9), es decir, a ese grupo que por diversos motivos, la más de las veces por no tener trabajo, se ven obligados a buscar los medios para ganarse la vida, más otros con auténtico espíritu emprendedor, que decide buscar su lugar bajo el sol.

Tener trabajo es una necesidad fundamental, por el contrario de ser descrita como maldición bíblica, la amenaza de su pérdida o la ausencia de oportunidades afecta severamente a los individuos y a la sociedad. Para expertos en sociología, o psicólogos laborales, contrariamente a lo que pudiera parecer, las consecuencias de no tener trabajo paro no sólo afectan a quien lo sufre y a su entorno familiar, sino a la sociedad en su conjunto.

Hay que entender que el hombre, debido a su capacidad de participación, percibe la posibilidad de perder el empleo como amenaza grave, para algunos es motivo de búsqueda y reserva de otro puesto de trabajo antes de tiempo y para otros resulta en tolerancia de injusticias en el contexto laboral, ante el temor a perder esa posición. Algunos autores han llegado a decir que el presentimiento mismo, como ocurre en circunstancias de reestructuración o tiempos de incertidumbre, puede afectar tan o más negativamente que la propia situación de pérdida real.

Para un joven profesional que busca infructuosamente una plaza en el mundo laboral, o alguien que pierde su puesto, en un plazo breve se empiezan a instalar una secuencia de problemas progresivamente más lesivos, ansiedad, depresión, agresividad, alteración de las relaciones familiares, pérdida de la autoestima, sentimiento de culpabilidad por un proceso de autoatribución de responsabilidad, entre muchos otros, que a la larga conduce a un deterioro del individuo, de sus las habilidades sociales y capacidad profesional, que repercute negativamente en su potencialidad como trabajador o su desempeño ciudadano.

El costo de disminuir la productividad o desproteger los equilibrios económicos es aumentar las posibilidades de perder puestos de trabajo, en la particular coyuntura de paros por mejoramientos en las remuneraciones, algunas muy justas y otras que no resisten análisis. Se corre el riesgo de perder de vista las limitaciones impuestas por la realidad, hay un enfrentamiento entre política y economía, cuando es en cambio necesario que ambas concurran. Cuando una pretende prevalecer sobre la otra surgen problemas de alto costo y de compleja resolución, sobre todo en tiempos de vacas flacas.

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