Editorial

Pérdida de eficacia de las Filípicas

Por: Diario Concepción 07 de Noviembre 2016

Demóstenes, es un griego emblemático, se le puede imaginar, arropado en su toga, declamando a la orilla del mar con piedras en la boca. Comportamiento que bien parecía indicar algún cable cerebral sin recubrimiento. Sin embargo, esta conducta bizarra tenía explicación, el esforzado orador no hacía otra cosa que agregar dificultad para que en la vida real todo fuera más fácil.

Hablar frente al mar, para superar el ruido y mejorar su voz, ensayos para vencer el hábito de levantar los hombros cuando estaba nervioso, gesto que imitaban, burlándose, sus compañeros, las piedras para entrenar la lengua a superar obstáculos. Ensayaba además, incansablemente, en el subterráneo de su casa, iluminado por un candil, razón por la cual sus rivales decían que sus discursos olían a aceite.

Sus famosas Filípicas instando a Atenas a resistir los intentos imperialistas de Filipo II de Macedonia, no estuvieron muy en sintonía con su fuga, vencido en la batalla de griegos contra macedonios en Queronea.

Sin embargo, no detuvo ni por un instante su pluma para continuar defendiendo a su patria, hasta el último momento. Vencida Atenas, se dio orden de captura contra Demóstenes, condenado a muerte, acorralado, se quitó la vida a pesar que sus captores le ofrecieran respetarla si se rendía, en noviembre del año 320 aC. 

Hay apreciables diferencias con algunos políticos contemporáneos; se arruinó en el proceso, ya que contribuyó con todo su patrimonio al esfuerzo defensivo de Atenas y no cambió sus convicciones, no importando lo tentador de las alternativas. Muy diferente a la declaración inspiradora de Groucho Marx y otros fervientes seguidores: "Estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros."

PROCOPIO
 

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