Editorial

El compromiso que deben asumir las autoridades edilicias

Tener un buen alcalde, concejales capacitados y comprometidos con su tarea, debe ser una garantía de mejor ciudad, la ciudad que merecemos, de la calidad de vida de los ciudadanos.

Por: Diario Concepción 30 de Octubre 2016

Independientemente de quienes han resultado elegidos en este reciente e impecable acto republicano, el hecho más notable ha sido el cumplimiento de la profecía de alto ausentismo, la ciudadanía ha decido marginarse, ha dado a entender que no está dispuesta a hacerse partícipe de un proyecto que no termina de definirse y que, por el contrario, da renovadas muestras de armazones con partes defectuosas que demandan el reiterado regreso a la fábrica para reparaciones.

Con los peligros que esta actitud representa, ha ocurrido que solo una fracción de la ciudadanía, en el caso de Concepción, algo así como el 28%, decida quiénes ocuparán los sillones edilicios. Con esos votos dejan a la cabecera de los municipios a las personas que estiman como las más indicadas para administrar las esperanzas y los anhelos de la ciudadanía. Se ha elegido al grupo de ciudadanos que se hará cargo de cuidar la ciudad y de luchar por el bienestar de sus habitantes.

Como sea, nuestro alcalde y nuestros concejales electos tienen, como corresponde, el poder y los atributos que un acto democrático les ha delegado, la condición sine qua non de la democracia representativa. Es un privilegio contar con la confianza de los electores, aunque esta vez los que participaron sea poco más que uno de cada cuatro. Las autoridades reelectas y las nuevas tienen a lo menos dos deberes inmediatos; responder a la confianza de quienes les apoyaron y convencer a los que votaron por otras personas o se abstuvieron, que la comuna está en buenas manos y que su trabajo está pensado en el bien común de los ciudadanos, sin cálculos mezquinos.

Son las autoridades de los municipios, dada la cercanía y visibilidad con los ciudadanos, las primeras que tienen la oportunidad de romper de una vez por todo el muro de desconfianza y apatía que se ha levantado entre la ciudadanía, las autoridades y la cosa pública. La tarea de restauración de los valores cívicos, tiene entonces una oportunidad inmejorable, en el sitio original del término, la cives, la ciudad.

Los alcaldes y concejales son los funcionarios públicos, o servidores públicos, si eso no les resulta molesto, de elección popular más cercana que tenemos. El contacto es tan inevitable como conveniente, lo que suele ser una ida fuerza de las campañas; la cercanía con la gente, es ahora un mandato, toda la diferencia entre hacerse parte, o apartarse.

La tarea de la municipalidad es constituirse en un auténtico y legítimo articulador de los intereses sociales y económicos de las comunas, existe la posibilidad de migrar desde la imagen tradicional del municipio, como un ente prestatario de servicios, a aquella de un auténtico gobierno local, responsable en parte de miles de personas que vivirán mejor o peor según el desempeño de su misión.

Tener un buen alcalde, concejales capacitados y comprometidos con su tarea, debe ser una garantía de mejor ciudad, la ciudad que merecemos, de la calidad de vida de los ciudadanos. Está el desafío de los planes reguladores, de la preservación del patrimonio, del cuidado de los espacios públicos, de la defensa ambiental, del control de la seguridad y la protección del ambiente. Todas tareas que deben involucrar a la ciudadanía, con la cual las autoridades no deben perder contacto, es el compromiso que han asumido y de cuyo cumplimiento depende la construcción de un nuevo y necesario puente de certidumbre.
 

Etiquetas