Editorial

La subvalorada sinceridad

La historia parece producir ambientes adecuados para la emergencia de personajes adecuados a los tiempos, de tal manera que con saber del perfil de los exitosos, famosos o frecuentes, es posible reconstruir el tipo de sociedad predominante; en tiempos bárbaros, el guerrero más inmisericorde, en tiempos de angustia; magos y sacerdotes, en tiempos de curiosidad; sabios e inventores, en tiempos revueltos; astutos e hipócritas, entre otros caracteres adaptados para la supervivencia en ambiente hostil.

Por: Diario Concepción 09 de Octubre 2016

La historia parece producir ambientes adecuados para la emergencia de personajes adecuados a los tiempos, de tal manera que con saber del perfil de los exitosos, famosos o frecuentes, es posible reconstruir el tipo de sociedad predominante; en tiempos bárbaros, el guerrero más inmisericorde, en tiempos de angustia; magos y sacerdotes, en tiempos de curiosidad; sabios e inventores, en tiempos revueltos; astutos e hipócritas, entre otros caracteres adaptados para la supervivencia en ambiente hostil.

Los más duraderos bien pueden ser estos últimos, ya que la hipocresía permite fingir sentimientos o cualidades que, en realidad, contradicen lo que verdaderamente se siente o se piensa.

Ocurre ahora mismo, viviendo en un mundo donde la vida se rige con un conjunto de reglas y acciones que todos los individuos deben realizar para tener aceptación en la sociedad; reglas que incluyen un comportamiento políticamente correcto que se encuentra delimitando lo existente entre lo permitido y lo prohibido. Aquellos que violan estas reglas y aseguran no hacerlo, son hipócritas.

No es una ciencia de fácil despacho, incluye dos acciones que deben combinarse; la simulación y el disimulo; la primera consiste en mostrar lo que se desea que se vea; mientras que la segunda consiste en ocultar aquello que no se quiere que sea conocido por los demás.

Con todas las dificultades para dominar ese complejo comportamiento, los premios que se consiguen los más talentosos son considerables, por tanto, es un recurso abundante, sobre todo en los olimpos organizacionales, donde medran hasta ser descubiertos. No en número suficiente como para desanimar a los restantes.

Se corre el tremendo riesgo que llegue a ser peligroso ser sincero.

PROCOPIO

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