La democracia no es perfecta. "Sin embargo, es lo mejor que tenemos", dijo Churchill y muchos antes y después que el líder británico. Pese a su natural ironía, el primer ministro apelaba a la necesidad de cuidar ese modelo, que pese a sus magulladuras y manchas, sigue siendo la mejor forma para intentar convivir en sociedad, bajo la premisa del respeto, la igualdad y la confianza entre los ciudadanos y sus representantes.
Claro está, la democracia se cuida estableciendo mecanismos para protegerla de la corrupción, para evitar que grupos de poder se adueñen de ella para imponer límites a quienes intentan vulnerarla.
Es difícil poner esto en duda, sobre todo después de ver los hechos que gatillaron la crisis de la confianza de la ciudadanía a nuestros políticos, sin embargo, no solo la corrupción la daña. El respeto es otro concepto que debe ser clave para los ciudadanos, pero sobre todo para sus representantes o quienes detentan una autoridad. Pasar por encima, insultar, descalificar, y ofender a quienes piensan distinto, sin duda va generando un clima y una animosidad que no son adecuados para el correcto funcionamiento de la democracia. Algo por lo demás muy frecuente en tiempos de campaña. Esta semana, por ejemplo, el ex diputado PPD Esteban Valenzuela dijo que el ex presidente Ricardo Lagos padecía de "Alzheimer político" por sus posturas en materia de descentralización. Una frase desafortunada que agrede, con una componente discriminatoria por edad, a quien fuera Presidente y actual precandidato. ¿Aportan algo esos exhabruptos a la discusión de fondo? La respuesta es negativa. Es de esperar que nuestros representantes sean más cuidadosos con las formas, para no seguir desgastando con agresiones el entramado de nuestra democracia.
PIGMALIÓN