Como suele ocurrir todos los años, los resultados de la encuesta Casen colocaron en el pizarrón los temas "distribución del ingreso" y "pobreza". Y para no perder la tradición, nuevamente el debate estuvo plagado de imprecisiones, como la sempiterna confusión entre pobreza y desigualdad.
No son equivalentes y tampoco tienen una relación directamente proporcional. Tanto la pobreza como la desigualdad son materias de gran relevancia, pero la superación de una no involucra necesariamente una mejoría en la otra. El ejemplo más claro es que si en una sociedad todos son igualmente pobres, la desigualdad sería nula. Pero una transferencia externa de recursos hacia un individuo o familia, de modo a permitir que alguien supere esa condición, haría reducir la pobreza pero aumentaría la desigualdad.
Si bien persiste todavía en Chile un escenario de desigualdad de ingresos, la pobreza se ha reducido a una tasa acelerada, los niveles de consumo son más equiparados y los indicadores de calidad de vida sitúan al país en un lugar destacado.
Lo anterior se observa en un rápido análisis de algunos datos, como la distribución de ingresos, el impacto de la política fiscal en la distribución, los índices de reducción de la pobreza y de indicadores relativos a la evolución de la calidad de vida de la población, Son hechos evidentes. Chile debe seguir en la senda del crecimiento y desarrollo. El avance en la superación de la pobreza y la mejor distribución de ingresos dependen de que el país garantice la buena salud de su economía. Una ecuación que debe, sobre todo, respetar la responsabilidad con las cuentas públicas y el gasto fiscal.
AQUINO