Se esperaría que la educación superior contribuya a la reducción de brechas de género, pero todavía existe en Chile una diferencia salarial notable; las mujeres reciben solo un 63% del salario de los hombres.
Una de las maneras de poner las cosas en su sitio es preguntar por las razones o los resultados esperados de determinada iniciativa, si hay dudas o vacilaciones, o las respuestas distan de ser convincentes, es el momento de revisar la iniciativa en cuestión, que debería tener al menos una razón convincente para ser puesta en marcha.
No es una mala pregunta aquella de saber para qué se educa a tanta gente, ya que tener un impresionante número de egresados, incluso en los niveles más altos, no es toda la respuesta, es sólo una parte, falta la evidencia de su necesidad, de su utilidad, de cuán aptos están para lo que el país requiere, si esos números se asocian a equidad de género, a productividad, por citar algunos aspectos que debieran tener respuesta cierta.
Según el último informe anual Education at a Glance, la principal fuente de estadísticas comparativas de la educación que ofrece la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), con indicadores comparativos para los 34 países miembros, además de otros países asociados, el 21% de los chilenos tiene educación superior completa, dato que sitúa a nuestro país en mitad de tabla en cuanto a lo que este indicador respecta. Por ejemplo, en Rusia y Canadá más de la mitad de los adultos tiene la universidad completa, mientras que en países como China e Indonesia la cifra es apenas del 10%. En tanto, el promedio total de la organización fue de 36%, por encima del nuestro.
El informe señala aspectos positivos a este respecto para Chile, se estima que, si se mantienen las condiciones actuales, el 87% de los jóvenes chilenos accederá a la educación superior en el futuro, muy por encima del promedio de la Ocde (68%). Por otra parte, se observa que Chile aparece como el cuarto país del organismo que más gasta en educación superior, con un 2,4% del PIB dedicado a ese sector, siendo sólo superado por Estados Unidos (2,7%), Costa Rica (2,5%) y Canadá (2,5%).
Uno de los primeros temas que se analizan en esta publicación corresponde al impacto que ha tenido el sistema educacional en las respectivas sociedades analizadas, en este aspecto, se señala que las y los más jóvenes, entre 25 y 34 años, que viven en Chile, presentan niveles de escolaridad superiores a los de la población más adulta entre 35-65 años. Además, se observa que aquellos que poseen un título de educación superior tienen ingresos considerablemente mayores- más del doble- que aquellos que tienen educación media.
Se esperaría que la educación superior contribuya a la reducción de brechas de género, pero todavía existe en Chile una diferencia salarial notable; las mujeres reciben solo un 63% del salario de los hombres, llegando a convertirse en una de las diferencias más altas entre los países analizados, por sobre lo observado en México (68%), Polonia (70%), Portugal (71%), Turquía (84%) y el promedio Ocde (73%).
El aspecto pendiente es la aptitud de los egresados en educación superior para las demandas del futuro laboral, si están capacitados para hacerse cargo de los cambios en tecnología, y las demandas de un mercado de alta complejidad y rápidos cambios de escenario. Tener muchos profesionales es un excelente indicador, tenerlos aptos para la alta competencia es todavía mejor. Es una advertencia planetaria, hay un futuro muy diferente a este presente y más cercano de lo que parece.