Pese a que la mayoría de los chilenos no cree que la situación económica sea buena, piensa que la calidad de la educación no ha mejorado en los últimos diez años y otorga bajos porcentajes de aprobación a su clase política, aun así se siente más feliz (69,4%) que infeliz (5,9%).
Pese a que la mayoría de los chilenos no cree que la situación económica sea buena, piensa que la calidad de la educación no ha mejorado en los últimos diez años y otorga bajos porcentajes de aprobación a su clase política, aun así se siente más feliz (69,4%) que infeliz (5,9%).
La felicidad de los ciudadanos de un país resume mejor que ninguna otra la situación de un país, es verdad que hay indicadores duros, como el producto nacional bruto o cualquier otro indicador cuantitativo, pero en la última línea, lo que las personas buscan es su felicidad y la de los suyos, que bien puede encontrarse en condiciones de otros indicadores extraordinariamente diferentes.
Hace unos pocos meses, se informó sobre el Reporte de la Felicidad, entregado por uno de los programas de la Organización de las Naciones Unidas, allí se declara que Chile se encuentra en el lugar 24. La lista, en orden decreciente Dinamarca, Suiza, Islandia, Noruega y Finlandia en los primeros lugares; países reconocidos por su estilo de vida, así como el amplio apoyo entregado por parte del Estado en ámbitos como la salud o la educación. A nivel local, el primer país en aparecer en el listado es Brasil (17), seguido por Chile (24) y Argentina (26). En los últimos lugares de Sudamérica se encuentran Perú (64) Paraguay (70).
Es hasta cierto punto sorprendente, porque para el ciudadano común, después de informarse en los medios, o mirar televisión, hay un ambiente en general quejoso y pesimista. La diferencia entre estos dos sentimientos encontrados puede ser que los datos examinados al inicio indican la situación de nuestros connacionales en el ámbito de sus familias, en su círculo doméstico, es allí donde se sienten bien, es cuando se expone a la acción de los grandes agentes, el Estado, o de las instituciones, es cuando surgen los inconvenientes y las desconfianzas.
Se reitera estas circunstancias cuando se observa los resultados del Seminario Internacional sobre Felicidad y Empresa, de abril del presente año, una actividad que promueve las relaciones saludables, el bienestar y la felicidad de las personas, las organizaciones y la comunidad. Por su parte, la última encuesta del Centro de Estudios Públicos, detecta que la gran mayoría de los chilenos declara altos grados de felicidad, pese a su escepticismo ante temas como la economía, la educación o la clase política. En un hallazgo un tanto inesperado, aquellos que declaran no tener clara su tendencia política, presentan menores niveles de felicidad que quienes manifiestan adhesión a la derecha, el centro o la izquierda.
Para mayor reflexión es el hecho de que a pesar que la mayoría de los chilenos no cree que la situación económica sea buena, piensa que la calidad de la educación no ha mejorado en los últimos diez años y otorga bajos porcentajes de aprobación a su clase política, aun así el chileno es más feliz (69,4%) que infeliz (5,9%).
Sin embargo, hay diferencias inquietantes; los hombres de Chile se declaran más felices que las mujeres. Un 75,2% de ellos dice ser "completamente feliz, muy feliz o bastante feliz", contra un 64% de las mujeres. Los jóvenes son más felices (77%) que los mayores (63%). No sorpresivamente, los más felices son los encuestados del estrato socioeconómico alto, pues un 92% de ellos dice sentirse feliz, seguidos por la clase media, con un 74,1%. El 59,2% de los encuestados de clase baja.
En conjunto, no son malos indicadores, sobre todo que se registran sin desconocer la realidad imperante, no hay engaño, quiere decir que hay factores en las realidades individuales que resultan positivas, una promisoria base para reaccionar a situaciones de coyuntura.