Editorial

El misterioso valle de las lágrimas

Por: Diario Concepción 12 de Septiembre 2016

La ciencia tiene modos de decir las cosas que desalientan al común de los mortales, a lo mejor por lo impersonal y desapegado. Por ejemplo: las lágrimas son secreciones líquidas e incoloras producidas por un par de glándulas localizadas cerca de los ángulos externos superiores de cada ojo, con la ayuda del parpadeo humedecen todo el tejido superficial y la córnea. El fluido excedente se reúne en el ángulo opuesto, donde se encuentra el saco lagrimal, y de ahí se elimina a través del canal nasolagrimal a un orificio situado en el interior de las fosas nasales.

La definición es impecable, pero deja afuera una de las propiedades más trascendentes de las lágrimas; ser la expresión mojada del alma. Si bien es cierto que el lagrimeo tiene la función de proteger al ojo, está claro que al mismo tiempo esta expulsión de líquidos por los ojos, de discreta a torrencial, constituye una forma de expresión universal del género humano, siendo una de las más distintivas.

Con algunas controversias, somos el único animal que llora, aunque los motivos y mecanismos por los cuales las emociones se convierten en líquido están por resolverse. Poco a poco se van revelando gracias a estudios científicos. Un investigador de la Universidad de Alcalá de Henares, registró que hay al menos 465 emociones distintas por las que el ser humano llora, y las más comunes son la admiración, aflicción, ira, angustia, ansiedad, aprehensión, confusión y arrepentimiento.

Lo que no se ha descrito adecuadamente, son las lágrimas de cocodrilo, una emisión especialmente abundante y absolutamente falsa, pero que es parte indispensable del repertorio de la gente socialmente exitosa.

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