Sobre el humor hay opiniones encontradas, desde "la risa abunda en la boca de los tontos", una frase que solía emitirse en antiguos colegios religiosos, tratando de poner un poco de solemnidad en una tropa de alborotados niños sueltos, a "la risa remedio infalible", en revistas de divulgación cultural de nivel básico.

Sin embargo, termina por imponerse la evidencia y ésta suele venir de la ciencia y la evolución de sus instrumentos. Así se puede sostener que hay efectos saludables, ya que la sonrisa y la risa desencadenan en el organismo la liberación de factores químicos de enorme beneficio para la relajación física y mental. 

Cuando la pituitaria recibe el impulso o estímulo generado por la sonrisa, reacciona liberando endorfinas, hormonas que, además de ser el analgésico natural de nuestro cuerpo, producen una sensación de bienestar generalizado. 

Hasta ahí la fisiología de esta manifestación, que es más compleja. Lo que subyace es la actitud de cada quien y sus características, para ver el mundo y su contenido con cristales de diversos colores, algunas personas lo ven todo oscuro y para otras el universo es de una complejidad irreparable, así que no hay que tomárselo demasiado en serio.

Para empezar hay que aprender a reírnos de nosotros mismos, punto clave en el proceso de crecer. Si se logra tener el sentido del humor para reírnos de defectos, de actuaciones a veces pretenciosas y ridículas, de nuestra soberbia frente a una realidad que nos puede llevar por delante sin darse cuenta que andábamos por aquí, entonces tenemos un banco de reserva invaluable frente a las dificultades de cada día. Algo digno de una sonrisa.