Editorial

Saber elegir entre la prisa y la pausa

Por: Diario Concepción 14 de Agosto 2016

Existe el estereotipo del director de empresa que toma rápidas y complejas decisiones con asombrosa rapidez, sin vacilaciones, su mente le permite aquilatar debidamente ventajas y riesgos y concluye sistemáticamente bien. En la vida real tales decisiones suelen terminar en resultados insatisfactorios, por negligencia en la evaluación de algún factor importante y no inmediatamente evidente. Aun así el estereotipo del ejecutivo veloz, audaz y exitoso, inspira a los jóvenes, sobre todo a los más creativos o ambiciosos.

Puede incluso contagiar gestiones gubernamentales bajo el impulso de las impaciencias o de las ambiciones, también para evitar la acusación de endebles o pusilánimes, en un mundo exitista y ejecutivo, donde la audacia parece aconsejable, no importa cuán dañina pudiera resultar.

A pesar de experiencias acumuladas del resultado insatisfactorio de proyectos llevados a la práctica con signos evidentes de desprolijidad, se insiste en las velocidades, en la suma urgencia, sin pensar que el daño por una demora razonable puede ser infinitamente menor que aquel a causado por una acción emprendida sin los debidos resguardos, sin alusión al plan Transantiago, pero de ese orden.

Con las prisas de la modernidad parecen haberse olvidado algunas normas consagradas por el tiempo, como la mesura y el recto proceder, en todos los idiomas, desde la observación de Hemingway; “La sabiduría de los ancianos es un gran error. No se hacen más sabios sino más prudentes.” al anónimo “chi va piano va lontano”, o el consejo romano apresúrate con calma. Les falta lectura a algunas de nuestras nerviosas autoridades.

 

PROCOPIO

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