El proyecto tiene un costo de 184 millones de pesos, recursos aportados por el Gobierno Regional, y busca rehabilitar los espejos de agua y educar a las comunidades aledañas para fomentar su cuidado y adecuada mantención.
El proyecto tiene un costo de 184 millones de pesos, recursos aportados por el Gobierno Regional, y busca rehabilitar los espejos de agua y educar a las comunidades aledañas para fomentar su cuidado y adecuada mantención.
Cuando la ciudad de Concepción, destruida por vez enésima gracias a terremotos y maremotos, decide cambiarse al valle de a Mocha en 1764, enfrentó el duro pleito ente los empecinados y los innovadores, para estos últimos se trataba de una ubicación privilegiada, un valle que se orientaba entre los ríos Bío Bío y Andalién, un cerro largo y protector a un costado y varias lagunas.
Fueron precisamente las lagunas el motivo de la discordia. Había un grupo que veía como positivo emplazar la urbe en torno a ellas y otros que las miraban como un foco de problemas. La postura a favor sostenía que estos cuerpos de agua ofrecerían a la ciudad una abundancia de pozos para aprovisionar a sus habitantes de este indispensable recurso. El lado contrario, en el que estaba el obispo José de Toro y Zambrano, veía especialmente a estos cuerpos hídricos como "lugares enfermizos, por su humedad y las continuas nieblas que permitían el desarrollo de sabandijas".
La ciudad de las siete lagunas, con el tiempo, perdió dos de ellas; la Laguna Gavilán, cercana al Cerro Amarillo y la Laguna de Los Negros, ubicada en calle Cruz, entre Caupolicán y Rengo, desaparecidas tanto físicamente como de la memoria colectiva urbana.
El agua es frágil, se la puede hacer desaparecer, basta con un agresivo plan de urbanización de humedales o plantaciones de árboles exóticos sedientos, o maltrato, como ha ocurrido con las lagunas perdidas, que sufrieron el muy frecuente fenómeno de eutrofización, es decir, la acumulación de residuos orgánicos y vegetación que termina por secarlas.
Justamente para evitar ese cambio lamentable, que resta vida al entorno y deteriora la calidad de vida de la población, se encuentra en desarrollo una iniciativa que ha tenido ya varios ciclos en la ciudad, el estudio para la recuperación de las cinco lagunas de Concepción, que ha sido descrito como uno de los proyectos emblemáticos que lleva adelante la municipalidad penquista.
El proyecto tiene un costo de 184 millones de pesos, recursos aportados por el Gobierno Regional, y busca rehabilitar los espejos de agua y educar a las comunidades aledañas en temas como el reciclaje y otras conductas que prevengan el daño a ese recurso, que en condiciones de emergencia mostraron su elemental utilidad, como ocurrió con el terremoto del 27/F, hace seis años, cuando se transformaron en un insustituible fuente de abasto de agua para la ciudad.
Para potenciar las visitas a estos sectores y fomentar la actividad física, se realizará el próximo domingo 28 de agosto la segunda versión de la Corrida 4 Lagunas. Competencia familiar que tiene como objetivo reunir a más de 5 mil amantes del running. Un interesante retorno a la historia, que asoció estos cuerpos de agua a las actividades deportivas y de esparcimiento, así como ocurrió con el elegantísimo Club de Regatas Arturo Prat, a orillas de la laguna las Tres Pascualas, donde actualmente hay un servicentro, en Avenida Paicaví.
Este evento deportivo comprende el circuito de las lagunas Lo Galindo, Lo Méndez, Lo Custodio y Tres Pascualas, sin incluir la Laguna Redonda, que queda alejada del sector, aunque las cinco están contempladas en la acción municipal.
La ciudad le ha dado la espalda a los ríos y lagunas, la nueva conciencia ambiental y la puesta en valor del paisajismo y la belleza del entorno están cambiando, para bien, la dirección de la mirada.