Darío I el Grande no era tan grande cuando empezó, se desempeñaba en la guardia real del emperador Cambises II cuando éste murió en el 522 a. C. Eliminando sin vacilación y con la mayor premura a todos los postulantes, empezando por quien se había sentado inmerecidamente en el trono recién vacante, se proclama rey el año 521 Ac.
Darío estuvo ocupadísimo los años siguientes, hasta el 518 se dedicó a consolidar su poder, eliminando a nueve competidores y a todas sus familias, incluyendo niños pequeños, que tienen la pésima costumbre de crecer y pensar en cosas inconvenientes, como preguntar quién era el responsable de haber hecho desaparecer a su familia y actuar de modo insoportable, como buscar venganza.
Resueltos esos inconvenientes menores, se dedicó a expandir el imperio, con gran éxito, ya que tenía millones de hombres muy obedientes y fácilmente reemplazables, además una convincente manera de establecer la autoridad con miles de decapitados como testimonio de imperdonable rebeldía.
Con tan extenso territorio, mejoró el sistema de satrapías, algo así como reyezuelos poderosos y enriquecidos, viviendo a todo pasto, a cargo de todo, especialmente de hacerle llegar puntualmente suculentos impuestos, pero, desconfiado, como algunos aprenden a ser tras duras experiencias, tenía otro funcionario en cada lugar, "los ojos y orejas del emperador", los cuales se encargaban de tenerlo al día, si algo andaba mal, literalmente no quedaba títere con cabeza y otro grupo de administradores se instalaba en su reemplazo, muy deseosos de hacer las cosas bien, grandes incentivos, pero penas expeditas del mismo tamaño. Es para preguntarse si se podría recuperar los instructivos de Darío, podrían ser sumamente útiles.
PROCOPIO