Rector de la Universidad de Concepción, Sergio Lavanchy, lamentó el quiebre en las expectativas de los planteles y de sus estudiantes, y puso sus esperanzas de corregir esto en el Parlamento.
Por ingratas razones volvió a estar en la noticia, como ha estado por todo tipo de asuntos desde hace tres mil años, la ciudad de Estambul, con un pie en Europa y otro en Asia. Su primer bautizo oficial ocurre en el año 667 aC, como Bizancio. Al siglo siguiente fue ocupada y destruida por los persas, seres abundantísimos, en permanente estado de guerra con todos y a falta de aquellos, con ellos mismos y aún les quedaba tiempo para cuidar de sus barbas llenas de rizos.
El espartano Pausanias empezó a reconstruirla el año 479 aC, para entonces los persas se habían ido en busca de más entretenciones, los atenienses, que siempre anduvieron a patadas con los espartanos, la conquistaron el año 409, siendo expulsados de allí por los de Esparta el 405, los atenienses regresaron por ella el 390.
Otro griego, pero esta vez de Macedonia, el inquieto Alejandro Magno, terminó con este conflicto haciendo a Bizancio parte de su imperio en expansión, como parte de su precalentamiento. Más tarde, el año 100 aC, forma parte de la República de Roma.
Su historia como baluarte del imperio romano termina más de mil años más tarde, el último emperador Constantino XI, murió defendiéndola en 1453, contra los turcos. La ciudad pasa a ser la capital del fabuloso imperio otomano, con el nombre de Estambul, aunque para los europeos siguió llamándose Constantinopla hasta principios del siglo XX.
Es hasta cierto punto tranquilizador vivir en una ciudad que no sea un punto altamente estratégico, como la vieja Estambul, pero deberíamos hacer de Concepción una de esas ciudades, a pesar del riesgo de ser invadidos, de tal manera que sin esta ciudad sea imposible concebir a Chile, en eso debiéramos estar.
PROCOPIO