Si bien es cierto que las habilidades de lectura y creatividad para resolver problemas de los estudiantes chilenos están entre los más bajos de la Ocde, se reconoce que Chile se desempeña bastante bien en términos de participación ciudadana.
Por mucho que sea ingrato, en perpetua comparación con jugadores de las grandes ligas, que Chile haya aceptado ser incluido en esa suerte de club exclusivo de la Ocde, es de todas maneras útil, por mucho que sea un permanente recordatorio de cuanto nos falta, per al mismo tiempo es un estímulo que impide hundirse en conocidas maniobras de autocomplacencia. Ese ha sido seguramente el espíritu del acuerdo, pensar en grande, exigir al país entero su mejor esfuerzo, por el bien eventual de cada habitante de esta larga faja de tierra mirando al océano.
Un importante aporte de ese organismo, en sus interminables pruebas de avance, ha sido sobre el diagnóstico de la calidad de vida para los niños y jóvenes chilenos. La premisa es casi obvia; dar a los niños un buen comienzo en la vida es importante, tanto para el bienestar de hoy como para el bien vivir futuro.
En comparación con los niños de otros países de la OCDE, el niño chileno promedio experimenta pobres condiciones de vida material. Chile tiene una de las tasas más altas de pobreza por ingreso del niño en la Ocde: el 23,5% de los niños chilenos viven en un hogar con una renta disponible de menos de la mitad de la renta media chilena.
Desde 2007, Chile ha visto mejoras en la tasa de mortalidad infantil, sin embargo, sigue siendo uno de los más altos entre los países de esta organización. La tasa chilena de bajo peso al nacer, aunque es menor que en la OCDE, en promedio. La tasa de suicidios de adolescentes de Chile se encuentra por encima de la media. La tasa de natalidad adolescente de Chile disminuyó entre 2007 y 2012, pero sigue siendo la segunda tasa más alta de la OCDE.
Hay matices entre tanta cifra por mejorar, si bien es cierto que las habilidades de lectura y creatividad para resolver problemas de los estudiantes chilenos están entre los más bajos de la Ocde, se reconoce que Chile se desempeña bastante bien en términos de participación ciudadana: el 50,4% de los adolescentes de 14 años informa que ha participado en la organización, grupos o clubes en los últimos 12 meses, el 40,7% de los estudiantes chilenos- el porcentaje más elevado de la Ocde- ofreció participar en voluntariado, en comparación con el promedio de la Ocde del 29,7%, del mismo modo, niños chilenos también muestran un alto sentido de pertenencia en la escuela.
Vuelve a aparecer un hecho reconocido; en todos los países de la Ocde existen grandes desigualdades en el bienestar del niño, en los hogares más ricos se observan mejores condiciones materiales de vida y de calidad de la misma, pero las diferencias en la calidad de la educación en Chile son demasiado amplias entre los niños de niveles socioeconómicos alto y bajo.
En lo relativo a las diferencias regionales, otra variable, las desigualdades regionales en los ingresos y puestos de trabajo que tienden a ser bastante grandes en Chile en comparación con otros países de la Ocde. La renta disponible ajustada es 1,7 o más veces mayor en Santiago, con diferencias aún más notorias en algunas partes del territorio.
A pesar de los mantenidos esfuerzos, los cambios son insatisfactorios, la reforma educacional, tal y como ha establecido sus prioridades podría ser extraordinariamente lenta para cambiar el perfil descrito en esta mirada neutral, el uso cuidadoso de recursos es una determinante, la otra, las desigualdades en la calidad de vida, con la educación como consecuencia.