La pandemia provocada por el coronavirus está acelerando grandes cambios en la manera en que trabajamos y vivimos. Como todo evento disruptivo, ha obligado a las instituciones a generar respuestas rápidas, trasladando esfuerzos humanos y económicos hacia los nuevos escenarios. Las universidades debieron suspender sus actividades presenciales y pasar a modos online, mientras que sus investigadores cambiaron el foco de sus trabajos para contribuir con soluciones a esta crisis, que vive hoy sus peores horas.
Esto es precisamente lo que ocurrió en la Universidad de Concepción desde el inicio de la emergencia. Su rector, Carlos Saavedra Rubilar, explicó que existen hoy más de 40 iniciativas que han ido en directo apoyo de las políticas públicas para hacer frente a la pandemia. “Muchas de ellas fueron postuladas a los fondos que abrió el Ministerio de Ciencia. Esto demuestra la capacidad de desarrollo, investigación e innovación de nuestra comunidad”.
Los proyectos son diversos: desde simulaciones de cómo crecerán los contagios en Ñuble y Bío Bío, proyección del uso de camas en hospitales, hasta la construcción de un hospital de campaña en terrenos UdeC, apoyo psicosocial a la comunidad, plataformas de telemedicina con diagnóstico remoto y un ventilador mecánico que está en fase de prueba en pacientes y que se construyó en conjunto con Asmar.
A esto se suma, desde el comienzo de la pandemia, la colaboración de reparticiones dentro de la universidad para elaborar miles de máscaras de protección facial y el convenio con centros asistenciales como el Hospital Regional para procesar muestras de posibles contagiados, de las cuales, se han analizado más de cinco mil.
“Estas iniciativas han sido, en su mayoría, una respuesta espontánea de los académicos. Hemos dado acompañamiento institucional cuando se requiere, pero esto es una muestra del compromiso espontáneo de la comunidad para satisfacer la demanda de apoyo al desarrollo de políticas públicas”, comentó la máxima autoridad universitaria.
– ¿Cómo cree usted que se engarzan estas iniciativas con la historia de la Universidad?
– Lo que observamos hoy es consecuencia de nuestra historia. Desde su formulación, en la Universidad hay un esfuerzo por generar un aporte. Una de las motivaciones principales de su fundación fue aportar en mejorar la calidad de la salud publica en la Región y el sur de Chile. En esa época estábamos saliendo de la “gripe española”, que dejo entre 20 y 40 millones de fallecidos en el mundo. Cien años después estamos viviendo una crisis sanitaria equivalente, de dimensiones globales y de expansión muy rápida. La Universidad, nuevamente, al igual que todas las universidades del Consejo de Rectores, ha dado una respuesta que muestra un compromiso indudable de todas sus comunidades, con el apoyo de los equipos directivos superiores en lo que corresponde.
– ¿Cómo ha resultado la colaboración con otras instituciones y con el mundo público?
– Ha habido contacto con autoridades regionales y nacionales, en distintos temas. Por ejemplo, con el desafío “Un Respiro para Chile”, del Ministerio de Ciencia y Sofofa, respondimos con un equipo humano que dejó todas sus actividades para implementar en un mes una solución al problema planteado.
En otros planos, hemos trabajado con la Armada en equipos de simulación. También, en Ñuble, en la mesa social regional y apoyando a algunas municipalidades. Ha habido una relación con autoridades, tanto nacionales como regionales. Sin embargo, también debo indicar que sería mucho más productivo si es que los equipos técnicos, profesionales y académicos que han trabajado en estas iniciativas tuviesen certezas sobre el uso final de los productos que se están generando. Habría sido mas beneficioso para toda la ciudadanía, contar con distintos niveles de apertura al uso de los productos que se estaban generando en este tiempo.
– Una de las iniciativas que se presentó recientemente es la proyección en la tasa de contagio de Covid-19, que sostiene que en la Región de Bío Bío aumentará mientras que en Ñuble disminuye. ¿Su aspiración es que estos datos sirvan para que las autoridades tomen decisiones, como, por ejemplo, decretar cuarentenas?
– Por supuesto que un modelamiento así de profundo y serio aporta a la adopción de decisiones como las que indica. La cuarentena es una posibilidad que debe ser estudiada a partir de este y otros modelos complementarios, como, por ejemplo, sistemas de información geográfica que permitan aportar a construir mejor información para la adopción de decisiones. Lo que mostramos es que estos modelos de expansión del contagio en la población se pueden hacer y generar predictibilidad de corto plazo, de cinco a siete días. Esto es importante porque muestra los efectos de políticas adoptadas una semana antes.
Por lo tanto, si los efectos son positivos, ayuda a las autoridades locales y regionales a reforzar las medidas que han sido positivas y a corregir aquellas que no lo han sido. Uno espera que exista sensibilidad de las autoridades, especialmente cuando hace cerca de dos semanas se señaló que los jefes de zona tenían la posibilidad de adoptar decisiones a nivel regional sin tener que consultar al nivel central. Y allí, estas capacidades instaladas en esta región son un aporte.
– Usted ha hecho, además, un llamado a la responsabilidad personal, señalando que los servicios de salud son la última respuesta del sistema.
– Esta es una frase que le escuchamos al director del Hospital Regional (del Bío Bío), Carlos Capurro. Pienso que ha habido, por un tiempo importante, un error comunicacional. Cuando se indica que el personal de salud es la primera línea, tendemos a traspasar la responsabilidad individual y colectiva de las personas y comunas a este otro grupo humano. Lo que tenemos que construir en cada uno de nosotros, de las ciudades, del país, es entender que la única forma de controlar esta pandemia es a través del aporte de cada una de las personas. La primera línea somos cada uno de nosotros. El sistema de salud y su personal sólo operan cuando todo lo demás ha fallado y, por lo tanto, ellos son la última línea. El llamado nuevamente es al auto cuidado para que cuidemos a los demás.
– En un plano más interno de las universidades, hemos visto algunos llamados a movilización y reclamos de estudiantes. ¿Cómo está resolviendo esta situación la Universidad de Concepción?
– Entendemos que este es un tiempo de complejidad mayor para todos los integrantes de la sociedad. Hemos hecho los máximos esfuerzos para dar respuesta oportuna a nuestros estudiantes: seguimos revisando las necesidades que se presentan en términos, tanto de conectividad a Internet y de equipamiento, para garantizar que el máximo posible de estudiantes tenga las condiciones tecnológicas para poder abordar razonablemente bien este semestre.
Esto no resuelve todas las necesidades, hay que ser explícito en esto, porque hay algunas asociadas a las responsabilidades que mantienen los estudiantes en sus casas o a contar con espacios que les permitan realizar sus actividades. Allí hay una orientación de flexibilidad a nuestro personal académico, de hacer clases en los horarios establecidos y también dejar material que permita la conexión asincrónica, para que tenga acceso a la materia que se están desarrollando. Hemos estado en dialogo con los estudiantes y es así como un equipo directivo superior, integrado por el Vicerrector de Asuntos Económicos y Administrativos y otras autoridades mantuvieron una reunión con estudiantes la semana pasada; en los campus Chillán y Los Ángeles hay dialogo permanente con las federaciones, hemos ido abordando diversas situaciones para mantener la continuidad, para ir resolviendo y detectando temáticas especificas para abordarlas oportunamente.