En medio de las discusiones parlamentarias en torno a la Reforma de Pensiones, se han dado a conocer dos informes de la Superintendencia de Pensiones que muestran en cifras, la realidad de las pensiones en el territorio nacional.
Por Eduardo Bascuñán
¿Existen reales formas de revertir la brecha de género en las pensiones? Es la pregunta que se ha generado luego de la publicación del Informe de Género Sobre El Sistema de Pensiones y Seguro de Cesantía y la Ficha Estadística Regional, ambos estudios de la Superintendencia de Pensiones que abordan diversas temáticas del área.
Es que en ambos estudios se detallan las principales brechas de género que existen en torno a la materia, por ejemplo, los indicadores de brechas en densidades de cotización, años cotizados, saldos acumulados y expectativa de vida entre hombres y mujeres.
En detalle, el estudio afirma que la brecha en el monto de la primera pensión autofinanciada, el cual es calculado únicamente en base a los ahorros acumulados en su cuenta individual de capitalización y los rendimientos generados por estos fondos; las mujeres recibieron un promedio de $110.272 y los hombres $281.223. En cuanto a la brecha, esta se posiciona en un 60,8%.
Ahora bien, según la Ficha Estadística Regional del Sistema de Pensiones, en el Biobío los hombres recibieron $267 mil y las mujeres $107 mil. Indicando una brecha de género de 59,9%.
Otro punto interesante del mencionado estudio, son los saldos acumulados al momento de pensionarse. A nivel nacional, las mujeres acumulan un saldo promedio de 613 Unidades de Fomento (UF), algo así como $23 millones. Los hombres, por su parte, lograron acumular un total de 1.395 UF, que corresponde a la cifra de $53 millones en promedio.
En definitiva, el estudio aborda los distintos puntos que explican la disparidad en los montos, los cuales se explican, según el estudio debido a las bajas remuneraciones durante la vida laboral de las mujeres, además, la menor densidad de las cotizaciones las cuales se explican por las interrupciones laborales debido a maternidad y/o cuidados de familiares, también el periodo de acumulación de ahorros es dispar, 60 años para las mujeres y 65 para los hombres; todo lo anterior sumado a la mayor esperanza de vida de las mujeres.
La directora de Equidad de Género y Diversidad Sexual de la Universidad de Concepción, Tammy Pustilnick Arditi, afirmó que la brecha en las pensiones es una manifestación de las inequidades de género presentes en la sociedad, además argumentó que son dos los factores fundamentales que impactan en el monto de pensión.
“El primer factor, es la histórica brecha salarial entre hombres y mujeres. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2023 las mujeres percibieron, en promedio, un 23% menos que los hombres. Este porcentaje ilustra no sólo la inequidad salarial actual, sino que permite imaginar la magnitud de las disparidades experimentadas por generaciones previas, en contextos donde no existían políticas públicas, prácticas empresariales ni esfuerzos estatales dirigidos a reducir las brechas de género”.
En cuanto al segundo factor, “las lagunas de cotización representan un desafío adicional que permanece sin resolver. Las mujeres experimentan con mayor frecuencia períodos prolongados de inactividad laboral, principalmente, debido a su rol en el cuidado de hijos, hijas, personas con discapacidad o familiares dependientes. Estas responsabilidades de cuidado se traducen en años de no percibir ingresos regulares ni oficializados. Actualmente, el 70% de las personas dependientes son cuidadas por mujeres, una cifra que, con toda probabilidad, era incluso mayor en épocas pasadas”.
Pero, ¿cómo revertir esta situación? Para la directora de Equidad de Género UdeC, la respuesta radica en la implementación de una serie integral de políticas públicas, iniciativas empresariales y cambios culturales.
Por ejemplo, “la promoción de la igualdad salarial y el empleo femenino; reconocimiento y
compensación del trabajo de cuidado no remunerado; fomento del acceso a cargos directivos y, por supuesto, el incentivo de un cambio cultural a través de la educación y campañas de sensibilización que contribuyan a desnaturalizar las normas que asocian el cuidado exclusivamente a las mujeres, promoviendo una visión más paritaria del trabajo doméstico y profesional”, aseveró Pustilnick.
Es necesario mencionar, que el informe antes mencionado interrelaciona dos conceptos clave para determinar y definir la problemática de las lagunas previsionales. El primero tiene que ver con la densidad de las cotizaciones y el segundo, con los años cotizados.
En particular, la densidad de cotizaciones hace referencia al porcentaje de tiempo que una persona ha cotizado desde el comienzo de su afiliación. A nivel nacional, los hombres cotizan, en promedio, el 57,9% de su vida laboral y las mujeres un 49,6%. Sólo en ese apartado la brecha de género es de 8,3 puntos.
Asimismo, el informe detalla que el 50% de las mujeres afiliadas posee densidades bajas (menos del 50% de cotización) mientras que los hombres en ese rango (bajo) es sólo del 38,3%.
Ahora bien, respecto de los años cotizados, el informe señala que el promedio para los hombres es de 25,3 años, mientras que, para las mujeres, el promedio de tiempo cotizando es de 17,6 años. Con una brecha de género de 7,7 años de diferencia.
En ese sentido, el seremi de Hacienda del Biobío, Sebastián Rivera, aseveró que la actual reforma sostiene algunas respuestas sobre cómo acortar la brecha de género en las pensiones. “El primer tema es el de cómo cubrimos las lagunas previsionales, pues el proyecto que se discute en el Congreso considera como medida, un Seguro Social que justamente ayude a aminorar estas lagunas”, aseveró.
Además, el seremi de Hacienda del Biobío aseveró que “eso también involucra mejorar las pensiones actuales con algunos mecanismos que se están planteando en el Congreso de carácter también que pueden ser transitorios”, afirmó Rivera.
Sobre este contexto, el Dr. Claudio Parés, doctor en Economía y subdirector del Informe Económico Regional (IER), afirmó que son dos temas los que se mezclan en el análisis. Por un lado, “nuestro peculiar sistema de pensiones y por el otro, la brecha de género (en la que no somos tan peculiares)”.
Para el docente, la particularidad del sistema de pensiones chileno es que no solo es un sistema de capitalización, sino que es un sistema individual. “Esto quiere decir que, a diferencia de cualquier sistema de seguridad social, se trata de un sistema de seguridad individual. En otras palabras, cada trabajador es responsable por su propia seguridad financiera una vez que se jubila”, afirmó.
Dentro de esa lógica, “quienes no pasan apuros económicos no tendrán problemas para ahorrar incluso más que el 10% de sus ingresos y podrán acumular suficientes recursos para tener un pasar tranquilo al terminar su vida laboral. En cambio, quienes tengan que vivir con lo justo durante su vida laboral, tengan periodos de trabajo informal o de desempleo, no acumularán lo suficiente”, aseveró Parés.
Así también, para Parés, la variable del género “entra casi de manera natural: cuando hablamos de menores salarios, de informalidad, de lagunas previsionales, periodos de desempleo, no podemos dejar de pensar en las mujeres. Ellas ganan menos y están menos cubiertas que los hombres. Es innegable. Además, cotizan por menos tiempo (pues no cotizan durante el embarazo y se jubilan antes que los hombres) y reparten sus recursos en periodos más largos (pues viven más que los hombres). Mientras el mercado las trate peor que a los hombres, el sistema actual de pensiones solo magnificará ese perjuicio”
Respecto de cómo acortar esta brecha, el académico consideró que el primer problema es “la diferencia real que existe en contra de las mujeres en el mercado del trabajo y el segundo, que el sistema de pensiones magnifica esa brecha. Por eso la propuesta de mantener un sistema de capitalización que incorpore una dimensión social es un avance. No es un sistema de reparto en la medida que los fondos ahorrados pueden destinarse a inversión, pero permite reducir las brechas sociales que el sistema actual magnifica”, concluyó.
Respecto a lo anterior, la seremi del Trabajo y Previsión Social del Biobío, Sandra Quintana, aseveró que “si hay un cambio en el sistema de pensiones, este le va a favorecer a los jóvenes que hoy están ingresando al mundo del trabajo o, a aquellos que se van a jubilar en 20 o 30 años más”.
“Pero a nuestros viejitos de hoy, nuestros jubilados necesitan de nosotros, que esta sociedad los mire, los reconozca y les permita vivir con más dignidad de la que están. Hoy día su dignidad se ha visto reducida a pedir ayuda, se ha visto reducida a que la familia sea el soporte de sus vidas y eso es perder dignidad. Lo que necesitamos es devolverle la dignidad y se le devuelve con una mejor pensión, con reconocerle los años de servicio, los años entregados a la sociedad, a la comunidad, a ese trabajo, a esa empresa, al servicio público”, concluyó la seremi del Trabajo, Sandra Quintana.