Economía y Negocios

Locales del centro penquista: zapateros recomiendan el calzado nacional

Icónicos talleres de zapatos en el centro penquista buscan rescatar industria de la compostura y la fabricación de la zona.

Por: Catalina Ulloa 28 de Mayo 2024
Fotografía: Raphael Sierra P.

Con la esperanza de que el comercio chino no derrote al chileno, tres reparadoras, de entre varias que aún se encuentran en Concepción, luchan día a día para conservar la tradición zapatera nacional. Aseguran un trabajo óptimo e impecable, los maestros del calzado penquista, con sus locales con aroma a cuero y nostalgia, intentan conservar en el tiempo la antigua, pero a la vez necesaria, labor de reparar el calzado.

El cambio de tapillas, que es el trabajo más cotizado, puede ser de suela o goma y sus precios oscilan entre los $2.000 y los $7.500.

Reparar no pasa de moda

Entre olores a pegamento y cuero se encuentra la reparadora de calzados Colo Colo, dentro de una galería con el mismo nombre en la capital regional. En el taller y entre unas enormes rumas de calzados, dos zapateros trabajan pegando y cosiendo muy concentrados. Con su polera con restos de pegamento, representativa de jornadas arduas, Manuel Cabrera, maestro reparador, aseguró que el calzado chileno es superior a los que se venden en el retail. “Se nota mucho la diferencia con los zapatos que se fabrican aquí, con la entrada de los productos chinos. El calzado chileno es bueno, la calidad es superior y son mucho más firmes, sobre todo si están hechos de cuero nacional. En cambio, los otros están hechos de tela de cebolla, es por eso que debemos desarmarlos con mucho cuidado ya que, por ejemplo, si los tiran con un poco de fuerza se hacen pedazos”.

Manuel Cabrera lleva quince años en la citada reparadora, pero su historia en el rubro de la zapatería inició mucho antes. Con un zapato de tacón en su mano, Cabrera comentó haber trabajado en distintas fábricas de la zona, tales como Caprice, Albano y Hebles, en donde aprendió todo acerca de la compostura y confección del calzado. “Comencé a trabajar a los 10 años haciendo aseo en fábricas, hasta cuando el patrón me incluyó en su equipo y ahí aprendí a fabricar. Luego salí de esa empresa y me dediqué a trabajar solo reparando”.

Con sus manos manchadas de pegamento y una tapilla completa lista para pegar, Juan José Valenzuela, también trabajador de reparadora Colo Colo, recordó que su labor también partió a temprana edad. “Comencé en este rubro a los quince, hace 45 años atrás. Antes, cuando me cansaba de componer zapatos, me dedicaba a la construcción, pero ahora estoy fijo de zapatero hace un año en este taller”, aseguró

Valenzuela, quien también trabajó en la reparadora El Rinconcito, un pequeño local en galería Mairén en calle Rengo.

Foto: Raphael Sierra

Tradición zapatera

En la icónica Galería Monserrat, ubicada en calle Freire, también en pleno corazón del centro, se encuentra el local de calzados Adonai. Con sus paredes de madera, unos mostradores que hacen viajar muchos años hacia el pasado, esta icónica reparadora y fábrica de zapatos entrega sus servicios, así también le hace frente a la industria del calzado que viene desde el extranjero.

Con un brillo de nostalgia en sus ojos, Óscar González, dueño y administrador de Adonai, recordó los inicios de su local. “Esto empezó como un emprendimiento familiar junto a mi esposa y mis hijos, pero yo me dedico desde mis quince años a esto y ahora tengo sesenta y nueve”. A pesar de que, según González, en el retail existe calzado barato, la gente aún llega a su taller a reparar, sobre todo las tapillas, ya que con ellas el zapato vuelve a ser funcional. “El trabajo más realizado es la tapilla rápida, que consiste en arreglar su taco con la instalación una pieza de goma nueva, la cual es pegada y secada en 5 o 10 minutos con una lámpara de calor”, aseguró.

En Adonai no sólo se reparan calzados, sino que también se fabrican, pero, a pesar de que el negocio se mantiene firme con el área de las restauraciones, en la producción de éstos el panorama en los últimos años se ha tornado gris. “Para mí, la creación de zapatos ha ido en baja. Nosotros, además del calzado tradicional nos dedicamos a confeccionar de cueca y flamenco. Antiguamente se vendían muchísimo, nos iba muy bien en ese sentido, pero con la llegada de los productos sintéticos y chinos no hemos podido competir”, lamentó Óscar y añadió que “la gente prefiere comprar zapatos baratos y, cuando se rompen, botarlos y comprar otros nuevos. Muchas personas no reparan ni invierten en un buen calzado y en este rubro se ha notado bastante”.

Para los zapateros, el buen vestir siempre se acompaña de un calzado bien cuidado, es por eso que Óscar González recomendó algunos tips para hacer durar los zapatos de cuero. “Un buen betún es lo básico para la conservación. Si no se lustra, aconsejo utilizar una crema especial, que vendemos aquí, para hidratar el cuero. Para que no se estropeen, recomiendo guardarlos en su caja, así no se empolvan ni se humedecen”.

Foto: Raphael Sierra

Trabajo de calidad

En su pequeño local en galería Mairén en calle Rengo, rodeado de repisas con llamativos calzados de todos colores, mientras atiende y repara a la vez, Álvaro Rivera, maestro zapatero del taller Amarito, recordó que la compostura la ha practicado desde muy joven y que, desde siempre, ha utilizado materia prima natural para entregar a sus clientes la mejor calidad sin excusas. “No trabajamos nada sintético. Traemos todo el material desde Santiago. Atrás, en el taller, nos dedicamos a cortar, reparar y fabricar de acuerdo con las exigencias del cliente. Además, realizamos zapatos a sobre medida para todo gusto”.

Vestido de delantal y con su taller con un característico aroma a cuero, Álvaro, quien ejerce el rubro de zapatero hace más de cuarenta años, aseguró que en su local se fabrican zapatos de óptima calidad, ya que, según comentó, lo artesanal es mejor que lo chino. “La gran diferencia entre nuestro calzado y el que se vende en las grandes tiendas es la calidad. Acá nosotros hacemos todo a mano con poca maquinaria, además todo es resistente, pues utilizamos cuero real y no sintético y plantas de goma gruesa”.

“De boca en boca”, es la simple pero efectiva propaganda que este taller utiliza, ya que, según aseguró don Álvaro, las personas llegan sin necesidad de publicidad. “Acá los clientes llegan solos gracias al prestigio que tiene este taller. Siempre tenemos trabajo, ya que nos quedan muy bien los zapatos y jamás hemos tenido quejas acerca de las reparaciones. Siempre nos aseguramos que las personas se vayan contentas”.

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