El edificio de calle Rengo es un emblema de la ciudad. Data de fines de la década de 1930 donde se reconoció por una propuesta de diseño totalmente moderno. La obra estuvo a cargo del arquitecto Edmundo Enríquez del Solar. Hace 40 años que los comerciantes de esta feria son los propios dueños del recinto.
Una de las cosas que caracteriza a Concepción es que tanto sus instituciones como la propia infraestructura tienen un alto valor patrimonial, histórico y de mucho sentido de arraigo.
En esta categoría resaltan clubes deportivos, la propia Plaza Independencia, sus universidades y edificios públicos, por ejemplo, y donde la actividad comercial también aporta a la identidad local.
El edificio de la Vega El Esfuerzo, de calle Rengo #865, es uno de esos espacios. Es difícil circular por aquella arteria y que la vista no se clave de forma automática en el coloso edificio que data de 1938.
En su interior se impone el verde, rojo y amarillo. Algunos tonos más oscuros también. Colores que se intercalan desde las estanterías repletas de verduras, frutas, entre otros productos.
José Manríquez (79) es uno de los fundadores de la Vega El Esfuerzo. Comenzó a trabajar a los 10 años de edad en la venta de pescado, en Talcahuano. Luego trabajó en calzado de forma itinerante, desde el Biobío al sur del país. Hasta que el periplo giró a la venta de verduras en Concepción.
“Antes vendíamos en la calle (Caupolicán). Luego 122 personas nos organizamos como sindicato, hace 47 años, y arrendamos una instalación: Vega Los Carrera. Pero después todos los socios comenzamos con un plan de ahorro de $5 diarios, de esa época, en vista de comprar un lugar definitivo. Después el ahorro por cabeza era de $10, $50, $100”, contó Manríquez.
Hace cuatro décadas se materializó el plan de capital, y de compra y venta del edificio de la Vega El Esfuerzo. Un inmueble cuyo diseño irrumpió con fuerza en el paisaje urbano del Concepción de la década de 1930, con un concepto moderno propio del proyecto inicial que se alojó en sus paredes: el Teatro Ideal.
El arquitecto de la Universidad de Concepción y director de Historia Arquitectónica de Concepción, Luis Darmendrail, explicó que la obra estuvo a cargo de Edmundo Enríquez del Pozo.
“El Teatro Ideal simbolizó esa nueva voluntad arquitectónica y además concentró la nueva visión de los cines, con amplias salas, recepciones y ornamentos asociados a esa modernidad. El Ideal, contó con un diseño simétrico en fachada, el que además fue alterado con una marquesina/letrero que tuvo una curva muy propia del diseño del arquitecto Enríquez del Pozo”, agregó.
De hecho Manríquez conoció el lugar previo a la instalación de él y sus colegas. Al punto que al ser consultado sobre en qué punto se encuentra su puesto de verduras no duda en responder: “en la platea”.
Robert Astete es otro de los comerciantes fundadores. Astete también recuerda el otrora uso del edificio que pasó de acoger a las artes escénicas y al cine, hasta una cancha de patinaje en algún momento de su historia.
En su memoria todavía están las imágenes de cuando el sindicato se organizó para comprar esta instalación hace más de 4 décadas.
Narra que hasta formaron el Club Deportivo Vega El Esfuerzo. “Organizamos y participamos de torneos de verano. Producimos fiestas abiertas al público acá en el segundo piso de la Vega. Era la manera de generar más plata para la compra del recinto”, explicó.
Un diseño amplio y cómodo, capaz de recibir mucha gente, que ratifica Darmendrail en base a una larga investigación sobre los edificios insignes de la comuna penquista.
“Un amplio foyer recibía a los asistentes al teatro y eran conducidos a la platea, mientras que las escaleras laterales conducían a las gradas superiores, cuya gran galería era parte de la misma estructura en una sola pieza. A las últimas ubicaciones, en lo más alto del edificio, se podía acceder a través de escaleras imponentes cuyas entradas se encontraba directamente hacia calle Rengo. El escenario, amplio, permitió que esta sala no sólo se dedicara a la proyección cinematográfica, sino que además a presentaciones teatrales”, cuenta el profesional.
El nombre de El Esfuerzo responde a todo el camino de sus dueños y socios-comerciantes que, como ha quedado de manifiesto, lucharon por años para obtener esta verdadera reliquia de Concepción. Algunos más antiguos cuentan que todo esto significó una inversión de $15 millones de la época, como precio inicial. Pues habría escalado a casi $27 millones tras intereses y atrasos con la banca.
Hoy muchos de ellos se abastecen en la Vega Monumental. “Hay que llegar entre las seis y las siete de la mañana”, explica Luis Riquelme, a un costado del local de Luis Manríquez; donde la relación calidad-precio de los productos genera atracción en varias personas.
“Acá en El Esfuerzo los precios son más convenientes”, suma Riquelme a propósito de ofertas como cuatro cebollas por $1.000, o el kilo de naranja por el mismo precio.
“Hay calidad. Desde mediados de los 90´que todas las semanas compro aquí. Además es un ambiente mucho más familiar y de confianza”, relata Ivette Saavedra, desde el local de Robert Astete. Otro puesto ubicado junto a la ex-platea del espacio.
Astete, además, indica y explica ciertas remodelaciones por la que tuvo que pasar el edificio, como extracciones o cambios de vigas, donde al observar con detalle se aprecia la todavía existencia de dos forados cuadrados, por donde se proyectaban las películas.
“Son varios los teatros que han sido reconvertidos en otras funciones en Chile. Recordemos casos como el Ópera de Valparaíso, actual feria artesanal o acá mismo en Concepción el antiguo Teatro Lux que antes de ser demolido fue sucursal de una cadena de retail que lo liquidó. Además del Explanade/Astor, hoy discoteca Havana”, detalla Darmendrail.