Casinos mutualistas: disidentes del mercado y patrimonio comunal

03 de Septiembre 2022 | Publicado por: Nelson Ojeda
Fotografía: Carolina Echagüe M.

En Concepción la Sociedad Juan Martínez de Rozas sigue vigente desde su fundación en el 1900. La impronta social es el motor en este tipo de espacios que nacieron desde la vida colectiva, donde la fraternidad es el producto por excelencia.

El recorrido para esta nota comienza de noche. Se inicia en el Concepción más silente, cuando la locomoción colectiva es escasa y la mayoría de los oficinistas y peatones ya están en sus hogares.

Calle Maipú, que es una de las arterias más importantes del centro penquista por su actividad comercial y por el paso del transporte público, también ha caído en la discreción de la tarde. Es a la altura del #1074 donde el sonido rompe la calma. Un rincón de la historia local que mantiene su forma de hacer las cosas. Un prototipo en vías de extinción en esta época, que resiste un modelo de negocio y razón social que hoy parece ser atípico.

La Legión de Montepiados

“La Legión” es uno de los últimos casinos que pertenecen a las instituciones mutuales o de socorros mutuos.

En su caso es propiedad de los Pensionados y Montepiados de las Fuerzas Armadas. Una suerte de arteria para generar caja, pero en vista de la ayuda colectiva de sus socios y miembros. Acá, comentan al interior del recinto, las ideas comunitarias son prioridad.

Hace nueve años que Moisés Quezada es el concesionario de “La Legión”. Sabe con mucha certeza que su negocio escapa de las lógicas actuales. “Acá es sin fines de lucro. No se cobra por evento”, comenta.

Según Quezada “el concesionario solo se queda con el 30% de las ganancias, el resto es netamente para los Pensionados y Montepiados”.

Otro detalle importante en el caso de este local de calle Maipú es que es la sociedad mandante la que fija los precios de los productos. En la práctica quienes llegan a “La Legión” pagan solo el consumo y el espacio es de uso libre en muchas oportunidades. El ejemplo más claro es el de las tardes de jueves. Un emblema de “La Legión”, ya que es la jornada y turno de la cueca.

Pasada las 20.00 horas llega el público hasta el patio del casino. Un busto de Arturo Prat y otro de Bernardo O´Higgins son los testigos permanentes de las ruedas de cantores y cantoras que cada semana improvisan y bailan junto a una variedad de guitarras y panderos.

Algunos llegan con carne. Hay parrillas a disposición. Sin cobro, solo el consumo en casa, como explica su concesionario.

Todo ocurre al costado de la cancha de rayuela del recinto.

Juan Martínez de Rozas

Si de una cancha de rayuela típica de Concepción se trata esa es la de la Sociedad Mutualista y de Socorros Mutuos Juan Martínez de Rozas.

Fundada el 8 de julio de 1900 hoy se levanta como una verdadera institución de la ciudad. Su momento más crítico fue cuando se derrumbó con la fuerza del terremoto de febrero de 2010, teniendo que pasar muchos años para su reapertura.

En los recorridos para esta crónica, en horario de almuerzo y entrada la hora de la bohemia se aprecia como músicos, actores, publicistas, periodistas, gente de la política, oficinistas, artesanos y universitarios se congregan en su casino. Peregrinos y encargados del recinto reconocen que acá es frecuente que surjan conversaciones y debates sobre actualidad, artes, entre otros temas. De hecho “acá se fundaron partidos políticos, en la antigüedad”, comenta Francisco Fernández, uno de los actuales administradores del local.

“Las sociedades mutualistas son un patrimonio de la ciudad, tienen mucha tradición popular”, agrega Fernández.

Patricio Mancilla, el otro administrador, explica el modelo que da vida a este negocio. “Nosotros nos regimos por una labor en conjunto entre los mutualistas y la cocinería. Ellos son la cabeza de todo esto y nosotros tratamos de amoldarnos para seguir lo que ellos quieren conseguir con este modelo de negocio”.

Bastiones

La historia del mutualismo en Chile se remonta a antes del 1900. Fue el espacio creado por los trabajadores de oficio, en su mayoría, ante la falta de un sistema de previsión social.

Hasta hoy el fin es el mismo: ayudar al socio o a su familia. Es la sociedad de socorros la que debe activarse en un caso de cesantía o muerte, o cualquier otro escenario de urgencia.

Francisco y Patricio saben que cargan con un pedazo de la historia de la capital regional. Una ventana y mirada distinta al modelo promedio o imperante de esta época. Como dice la coordinadora del archivo fotográfico de la Universidad de Concepción, Claudia Arrizaga, en el documental “El renacer del bastión”, que cuenta la historia de la Sociedad Juan Martínez de Rozas, estos casinos y mutuales son “bastiones de resistencia donde el mercado feroz no entra, y si entra siempre hay formas de poder darle la pelea. Son tremendamente singulares”.

“El Hoyo” de Talcahuano es otro ejemplo de larga data. Con más de 115 años, nació al alero de la Sociedad Protectora de Empleados de la ciudad y al igual que el casino de la Sociedad Juan Martínez de Rozas terminó destruído por el 27/F, pero tiempo después volvió a sus operaciones.

Su administrador, Bladimiro Guajardo, un retirado de la Armada como muchos en la comuna puerto, está a cargo de la concesión desde 1990. Dice que a diferencia de otros casinos ligados al modelo mutualista acá es el mismo concesionario quien fija los precios.

“En la actualidad la sociedad tiene cerca de 60 socios. Vienen del servicio público, retirados de la Armada y particulares”, explica Guajardo, agregando que las ideas y decisiones en torno a la entidad se deben mucho a “las asambleas generales de socios y las reuniones mensuales de la directiva. (Lo generado por el casino) sirve para los mismos gastos de la sociedad, el bienestar del personal, paseos, la biblioteca”.

“Acá importa más que la gente comparta por sobre el lucro”, concluye Moisés Quezada, junto a su puesto de mando: la caja ubicada al ingreso de “La Legión”, el espacio distinto de calle Maipú.