Islandia y Japón son algunos de los países que se han aventurado probando acortar el horario de trabajo, logrando buenos resultados. En el país existen proyectos al respecto sin que hayan llegado a puerto.
Trabajar menos horas para producir más. Con esa premisa, desde hace varios años que algunos países se han atrevido a probar la jornada laboral de cuatro días, que por estos días vuelve a la palestra de la mano de Islandia, que publicó positivos resultados de dos ensayos que se realizaron en organizaciones de diferentes tipos y tamaños, entre 2015 y 2019, e incluyó a 2.500 trabajadores.
Se trata del proyecto conjunto de Autonomy, think tank de economía, y la organización de investigación Association for Sustainability and Democracy (Alda), ambos de Islandia, que midió el rendimiento de trabajadores a los que se aplicó una reducción de su jornada, pasando de las 40 a las 36 y 35 horas sin que se les acortara el salario.
Contra todo pronóstico, los colaboradores incrementaron su bienestar, disminuyeron su estrés y agotamiento, además, de lograr un equilibrio entre el trabajo y su vida personal. Para el cofundador de Nawaiam Horacio Llovet, (startup que busca detectar comportamientos naturales de los usuarios para obtener un perfil de conductas en los procesos de búsqueda de talento), “es un buen momento para pensar las cosas de manera distinta. Aunque el gran desafío es lograr que haya una reducción horaria sin perder la productividad. Porque eso se logra con un equipo de trabajo comprometido”.
En Chile, han existido iniciativas como la propuesta de las “40 Horas” de la diputada Camila Vallejo (PC), en 2020; y hace algunas semanas un grupo de diputados del PS, FRVS y PPD, liderados por Raúl Soto (ind.), plantearon acortar la semana a 38 horas, trabajando cuatro días y descansando tres.
“Creemos que efectivamente debe haber una revisión de esta situación. Nuestro país, es un país donde las jornadas laborales siguen siendo tremendamente extensas y eso genera problemas de salud mental, de agobio laboral y baja productividad”, señaló el diputado Raúl Soto (PS), autor del proyecto.
Sin embargo, “comparar Islandia con Chile o Argentina, que culturalmente son tan distintos, es injusto. Es como cuando queremos evaluar el teletrabajo en plena pandemia”, comenta Llovet sobre la medida que también fue replicada por la tecnológica Microsoft en Japón y los gobiernos de España y Escocia analizan hacer ensayos donde subsidiarían a las empresas para que les den un día a libre a sus colaboradores.
Junto con el cambio de mentalidad, el Licenciado en Recursos Humanos de la Universidad Argentina De la Empresa, y que cuenta con más de 20 años de experiencia en desarrollo y gestión de nuevos negocios, propone que esto “debe ser cocreado entre el empresariado, el Estado y la ciudadanía”, además, de verlo con otros ojos, porque este tipo de iniciativas puede “mover la producción y economía del país, pues al tener más días de ocio la gente viaja y hace turismo, generándose una economía positiva”.
Aunque en Chile este tema no convence del todo, para Llovet podría cambiar si existiera la presión social, pero también con el Estado plantándose de otra manera. Después de todo, reflexiona el directivo, “tenemos que pensar cómo vamos avanzando para ser el país que queremos ser. Después de todo estamos casi el 80% del tiempo trabajando. Seamos más humanos y empáticos. Hay que entender que la gente la está pasando mal, sobre todo durante la pandemia”.