Si bien se estima que la actividad económica no se vio afectada, lamentan que siga una excesiva dependencia con el nivel central. La creación de macrozonas podría contrarrestar esta debilidad.
A casi tres años de constituirse Ñuble como región y separarse del Biobío (6 de septiembre de 2018), gremios y la academia hicieron un balance respecto a los impactos económicos tanto positivos como negativos que finalmente pudieron verse tras una serie de proyecciones que hubo en su momento.
Claudio Parés, jefe del Departamento de Economía de la Universidad de Concepción tuvo oportunidad de participar del equipo que elaboró un estudio previo a la creación de la nueva región.
“Cuando se planteó la creación de la Región de Ñuble, anticipamos que, desde el punto de vista económico, no habría un gran impacto. De hecho, lo único que observamos en ese minuto fue que habría cambios en los promedios calculados para tasas de desempleo, pobreza y otros indicadores que determinarían una nueva distribución en recursos fiscales”, recordó el académico.
Subrayó que aunque no hay suficiente distancia respecto del momento de la creación de la región y no se cuenta con suficientes datos como para llegar a conclusiones robustas, observa que Ñuble comenzó a aparecer como una región relativamente pequeña y pobre, pero eso no tiene que ver con algún cambio, sino con que los cálculos hacen foco en esa zona en particular.
“Entonces eso, efectivamente, ha significado una mayor disponibilidad de recursos en la nueva Región debido a los criterios de asignación de, por ejemplo, el Fndr, pero eso no ha tenido un impacto relevante en la actividad económica”, sostuvo Parés.
Ronadl Ruf, gerente general de CPC Biobío, gremio que representa a los empresarios sostuvo que la separación de Ñuble para consolidarla como una nueva región tenía como principal objetivo contribuir a la descentralización del país, dotando a esta zona de mayor autonomía económica, política y administrativa. A tres años de esa división, el escenario sigue siendo similar.
“Durante la discusión, nuestro planteamiento apuntaba a que la autonomía no pasaba por subdividir aún más el territorio, sino a entregarle facultades que permitieran efectivamente tomar decisiones de acuerdo a las necesidades de la población”, expresó el gerente general.
A la vez, reitera que la dependencia del nivel central continúa y esperan que la elección de un Gobernador Regional, se transforme en el mediano plazo, en un verdadero cambio en esta línea y las definiciones importantes en materia administrativa.
Y, por lo lado, también presupuestaria y que ojalá se adopten en cada territorio para que de esta forma las comunas más alejadas de la capital regional, también se potencien y logren un mayor desarrollo en las diversas dimensiones.
José Miguel Stegmeier, presidente de Socabio y el CAS, quien representa al sector agrícola, dice que sigue pensando que el verdadero desarrollo económico, más allá de las Regiones que hoy existen, tiene que ver fundamentalmente con macrozonas.
“La sinergía que se puede lograr apuntando a que desde la logística, las capacidades productivas, la infraestructura planificada para la integración de grandes territorios, los servicios portuarios, es mayúscula si realmente lográramos consolidar esta unión de regiones”, enfatizó el dirigente.
Igualmente, concordó con Ruf, en que la descentralización, realmente puede avanzar, si es que se considera a la comuna y a su Municipio como el núcleo descentralizador, aplicando los recursos ahí y no intentando realizar réplicas centralistas en lo que hoy es cada Región o Gobierno Regional.
“Si la nueva Región de Ñuble, sobre todo por su enorme potencial agroalimentario, logra asumir un liderazgo y así transformarse en uno de los ejes de lo que podría ser un modelo macro regional, de todas maneras tendría resultados directos en su desarrollo económico, conjuntamente y en equilibrio con las otras regiones que podrían participar de esta alianza. Me imagino que Maule, Ñuble, Biobío y la Araucanía, debieran ser de manera casi natural esta macrozona”, afirmó Stegmeier.
El gerente general de la empresa Himce y presidente de Asem, Humberto Miguel Cerda, señala que inicialmente esta idea de la nueva Región de Ñuble tuvo muchos detractores.
“Creo que la mayor pérdida para el Biobío estuvo en la condición de región contrapeso que se tenía, debido a la reducción de territorio , peso político, demográfico y productivo”, comentó el representante.
Agregó que esta nueva condición solo presenta desafíos mayores a nuestra región que permita a través de los nuevos actores recuperar el liderazgo que tenía y redefinir quizás una nueva vocación de región.
Por su parte, Lorena Pino, empresaria, gerenta general de Peumayen Ingeniería y Fabricación, coincidió con su homólogo de Himce, en el sentido que Biobío perdió fuerza o peso ante el nivel central tras la separación con Ñuble.
Adicionalmente, resalta que tal vez sin la división Biobío habría podido contar con mayores recursos para potenciar sectores como las rutas a Coronel, con mayores opciones de calles entre otros.