Las ayudas fiscales y los retiros previsionales dinamizaron el mercado (consumo-inversión), pero a su vez ha generado presiones inflacionarias. Asimismo, se reduce la proyección del PIB para los próximos dos años.
Auspicioso el Informe de Política Monetaria (IPoM) de junio del Banco Central de Chile (BCCh), que eleva ostensiblemente el rango de crecimiento para Chile en 2021, situándolo en el rango de 8,5% y 9,5%.
Y estas buenas proyecciones de crecimiento no sólo son estimaciones internas, sino que están el línea con lo proyectado para Chile por parte de entidades como el FMI, el Banco Mundial y la propia Ocde, con valores en los rangos de 6% y 7%.
Pero no todo es positivo, porque el principal objetivo del BCCh es mantener la inflación controlada en el rango meta impuesto de 3%, y este indicador ya marca 3,5%, lo que en palabras simples, aumenta el riesgo de que se encarezca el costo de la vida para las familias chilenas.
El economista de la Universidad de Concepción, Víctor Hernández, apuntó en este sentido que las buenas condiciones que permiten elevará el rango de crecimiento, también han ido generando presiones inflacionarias, porque al haber un mayor consumo por la batería de ayudas y mejores condiciones de endeudamiento, aumenta la demanda de bienes y servicios, disminuyendo los stocks. También, dijo, se eleva el costo de la energía por el aumento del precio del petróleo, encareciendo a su vez el transporte, lo que obliga al comercio a traspasar ese mayor costo a los consumidores.
“Además, el dólar sobre los $700 encarece las importaciones de bienes de consumo”, explicó el académico de la Facea UdeC.
Pero el ente rector ya se está ocupando de eso, porque el mayor crecimiento del 2021 adelantará el cierre de la amplia brecha de actividad que generó la crisis del Covid-19, lo que hará menos necesario que el impulso monetario apoye la recuperación de la economía, por lo que éste debería comenzar a moderarse antes de lo previsto en el IPoM anterior. Esto, expone el BCCh en el informe de junio, evitará que se dispare la inflación, y evitará erosionar el poder de compra de los hogares más afectados por la crisis.
El economista Víctor Hernández, sí se mostró preocupado para lo que viene para 2022 y 2023, en sintonía con lo transparentado en el IPoM, que da cuenta de una caída del crecimiento para esos años, debido, principalmente, por la alta tasa de comparación, con un 2021 cuando se han desplegado una serie de ayudas y opciones crediticias que no se van a mantener en los próximos años.
Entonces, por ejemplo, las tasas volverán a valores normales, haciendo que el endeudamiento tenga un mayor costo.
Un aspecto crucial a atender, según el académico, es la estabilidad política, lo que se relaciona directamente con la inversión y el mercado laboral.
“Un ítem tan vital como es la inversión, se ve condicionada por el devenir político. Ante próximas elecciones presidenciales, que siempre ha generado incertidumbre entre los agentes económicos, ahora se le suma otro elemento que es el proceso constituyente. Si hay capacidad de diálogo y se alcanzan acuerdos importantes, Chile tiene todo para salir adelante”, estimó Hernández, quien dejó en claro que un escenario opuesto, donde imperen populismos e incertezas jurídicas, ahuyentará a los inversionistas, con el consiguiente daño al mercado laboral y a la propia reactivación económica.
Y justamente, la fragilidad del mercado laboral es la “piedra en el zapato” del BCCh, dijo Hernández.
“Éste ha tenido un comportamiento heterogéneo entre los distintos sectores económicos, con un retail que no se vio afectado como sí el gastronómico y el turístico”.
El BCCh dijo en este sentido que aún con estos avances y perspectivas más positivas de recuperación, “la percepción general se mantiene marcada por la evolución de los contagios y las cuarentenas, el importante rezago de algunos sectores, las fragilidades en el mercado del trabajo y la persistencia de una alta incertidumbre”.