
Los feriantes operan como servicio esencial, bajo los protocolos señalados por la autoridad por la pandemia. Los clientes hoy agradecen su existencia debido a los amigables valores.
La crisis económica golpea fuerte al Biobío. Actualmente, hay 10,2% de desempleo producto de la pandemia y no son pocos los especialistas que aseguran que el porcentaje real debiera ser un 30%.
Es en ese contexto que las Ferias Libres de toda la Región están jugando un papel importante a la hora de brindar todo tipo de productos y, como es sabido por todos, a precios accesibles.
En la actualidad, son aproximadamente 148 repartidas en todas las comunas. “Hay más variedad y el precio es más económico. El dinero rinde más y las cosas igual son de buena calidad, uno tienes sus caseros y siempre me venden buenas cosas”, aseguró María Torres.
En el caso de Magdalena Peñailillo, ir a la feria tiene otras funciones positivas. “Si no encuentro algo en un puesto, siempre está más allá. Igual trato de no tocar a nadie y siempre ando con alcohol gel. Por temas de salud, el kinesiólogo me dijo que debía salir a caminar, así que es una buena forma de hacerlo. Además, me puedo encontrar con alguna amiga y saludarla y nos despejamos un poco de tanto encierro.
Carlos Vergara, otro cliente, indicó que hoy es, sin ninguna duda, una mejor alternativa que ir al retail. “Nos gusta venir a la feria más que al supermercado, principalmente, por el valor de los productos, además, es un ambiente más acogedor que ir a encerrarse a un cuarto lleno de publicidades. Hay caras familiares de los ‘caseros’. Se crea como un hábito. Además, podemos encontrar cosas diferentes como plantitas, por ejemplo, aparte de la fruta y verdura que es más fresca. Por otro lado, nos evitamos las filas y podemos tomar aire después de tanto encierro”.
A modo de ejemplo, uno de los productos más consumidos por los penquistas son los plátanos. En la feria dos kilos cuestan $1.500.
“Los precios se han mantenido y sólo ha subido un poco la mandarina junto a la naranja, pero no es mucho. El tomate, incluso, ha bajado un poco. Se está estabilizando la cosa, pero siempre pasa eso después del 18 de septiembre”, aclaró Eliana Morales Ruminot, puesto C-55 (Frutas), en Talcahuano.
Es por ello que Isabel Gutiérrez, lugar F-56 (verduras), destacó que “la cantidad de gente se mantiene, hay clientes que tienen adultos mayores en sus casas y les dan sólo dos permisos a la semana, así que algunos se escapan, vienen a comprar y derechito para la casa, porque no pueden pedir tantos permisos y deben cuidar a sus mayores, imagina si se enferma alguno de sus papás y no pueden sacar permisos. Vienen compran y se van.
Con la llegada de la pandemia, las autoridades intervinieron con planes sanitarios para evitar el contagio y generar una cultura preventiva, debido a la alta concurrencia.
“Esta crisis nos acompañará por un buen tiempo y la Región necesita continuar con el abastecimiento”, declaró hace unos meses el director (s) de Sercotec Biobío, Pedro Alarcón, cuando se inició el fortalecimiento sanitario.
Y hoy, como en todos lados, el temor al coronavirus siempre está, pero hay mayor conciencia y autorregulación.
“En el tema de seguridad, estamos lavándonos las manos a cada rato, usamos mascarillas, alcohol gel , además, hay un cordelito que separa al cliente con nosotros para mantener la distancia, generalmente se fiscaliza en la mañana, a medio día y en la tarde”, subrayó Eliana Morales Ruminot, del punto C-55.
Lo mismo contó Andrea Montecinos, quien vende abarrotes en el espacio F-74 y parte del Sindicato N° 4, Talcahuano y Hualpén. “Nosotros nos preocupamos de usar mascarillas, alcohol gel y el cordón (cordel) que marca distancia con el cliente”.
Y agregó: “No hemos sabido de nadie que se haya contagiado”.
Lo mismo aseveró Isabel Gutiérrez, del F-56 (verduras) sobre la salud. “Gracias a Dios no hay contagios dentro de los comerciantes”.
Por lo pronto, los vecinos Magdalena Peñailillo, Isabel Gutiérrez y Carlos Vergara esperan que todo siga funcionando como hasta ahora, para poder seguir comprando insumos para la familia a precios amigables a la realidad actual.