Economía y Negocios

Cómo el analfabetismo financiero afecta al país

No saber cuesta caro: personas sobreendeudadas, cierre de empresas, expectativas irreales sobre la jubilación y monto de las pensiones. Quienes no dominan lo básico en finanzas pagan mayores tasas de interés, mayores gastos de transacción y arrastran un mayor número de deudas. El sobreendeudamiento es una epidemia que afecta a más de la mitad de los habitantes en algunas comunas de la Región del Bío Bío. Conviene recordar: la última gran crisis económica explotó por incumplimientos y desconfianza en la capacidad de pago.

Por: Silvanio Mariani 30 de Septiembre 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

En los últimos siete años, el número de chilenos con deudas morosas se triplicó. Eran 1,5 millones al inicio de 2012 tras el “borronazo” que retiró de los registros a 2,6 millones y hoy son más de 4,6 millones. Es decir, uno de cada tres adultos no cumple con sus compromisos adeudados. También aumentó el número de deudas impagas por persona y el valor promedio de la morosidad, según los registros de Equifax. En buen castellano, el sobreendeudamiento se ha convertido en una epidemia nacional.

Esa es la realidad de Angélica Rodríguez (47), residente en la población Pedro del Río Zañartu, cerca del centro de Concepción. Compró una TV de 55 pulgadas en 24 cuotas y terminará pagando el doble del precio al contado. No se fijó en el costo total del crédito, sino que solamente en el monto de la cuota mensual.

“Para mí lo importante es que la cuota no sea muy alta, porque de otra forma no puedo comprar”, dice resignada. También se llevó un celular y prendas de vestir en la Navidad de 2018 por un total de 200 mil pesos. En 12 cuotas, el costo total de la deuda alcanzará los 355 mil pesos. Angélica no sabe cuánto paga cada vez que usa la tarjeta de la casa comercial, tampoco los costos de administración y seguros asociados. Como asesora de hogar, los ingresos no alcanzan y fue obligada a recurrir a avances en efectivo. Se ha enredado en una maraña de cuentas con difícil solución.

A la vista de expertos, la situación de Angélica Rodríguez es resultado de su baja capacidad para tomar decisiones financieras. Sin embargo, la falta de competencias mínimas en materias de endeudamiento, ahorro, inversión y consumo no es una prerrogativa de los estratos de menores ingresos.

El ingeniero civil en Informática Iván U. (41) tiene un doctorado en Canadá, es profesor en una universidad de Concepción y vive en Lonco Norte, un sector de clase media acomodada de la capital penquista. El presupuesto familiar tampoco alcanza: el crédito hipotecario, la cuota del auto y las deudas con la tarjeta de crédito suman más del 90% de los ingresos. “La única solución, por ahora, es la gimnasia financiera, pedir de un lado para pagar a otro”, dice el académico. Tal como Angélica, que solo ha terminado la Educación Básica, el doctor en informática reconoce que no tiene tiempo para comparar los productos financieros antes de asumir una deuda. “Me fijo en la cuota mensual y en el plazo de la deuda, en cuánto tiempo voy a demorar para pagar”.

Panorama regional

Los ejemplos de Angélica e Iván no son excepciones, sino que una tendencia que va en aumento: los chilenos y las empresas del país entraron en una seguidilla de morosidad histórica.

En la Región del Bío Bío, se repite el patrón nacional: uno de cada tres adultos está incumpliendo sus compromisos financieros. La cifra de deudores morosos en Bío Bío llegó a 430 mil personas, con una mora promedio de $1.5 millón. En Lota, más de la mitad (53,9%) de los habitantes mayores de 18 años tiene deudas impagas. Sigue Talcahuano con un 45,0% y Los Ángeles, con un 41,8%. Hace 12 meses, las cifras de morosidad en esas comunas no superaban el 36%.

El director de Ingeniería Comercial de la USS Concepción, Luis Felipe Slier Muñoz, afirma que los habitantes de esas tres comunas registran altos niveles de deudas morosas “debido a que se mantienen las cifras de desempleo en comunas tradicionales de alto desempleo”. En el caso de Lota existiría una correlación positiva entre la mayor cantidad de morosos y su tasa de desempleo.

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“La deuda en sí no es mala, en la medida que sea acorde a los ingresos permanentes que reciben las personas”, dice el investigador. Sin embargo, para mantener una buena salud financiera, reconoce Slier, las personas debiesen asumir deudas “responsablemente”.

Así las cosas, el llamado “analfabetismo financiero” se combina con las facilidades de acceso a instrumentos del mercado, como tarjetas de crédito, avances de efectivo y flexibilidad para adquirir bienes de consumo. El resultado de ese cóctel suele generar una resaca permanente: malas decisiones a la hora de asumir créditos y baja comprensión de los contratos.

Si vamos al mundo de las empresas, el escenario no es alentador. Sólo uno de cada cuatro emprendedores tiene conocimientos financieros sobre tasa de interés e inflación, según los datos del Ministerio de Economía. Es muy probable que esto explique el hecho de que Bío Bío sea la segunda región del país en número de quiebras de empresas y personas. Si quitamos del ranking a la Región Metropolitana, que por la magnitud de sus números encabeza todos los indicadores, la Región del Bío Bío es líder en quiebras.

El peligro de la mortandad empresarial preocupa a los penquistas que han visto despidos masivos en empresas tradicionales, como Albano, Quick Biss y pastelería Sauré, entre muchos otros.

La baja educación financiera en Chile también se traduce en expectativas irreales respecto a jubilación y monto de las pensiones. Según la Superintendencia de Pensiones, los jubilados en Bío Bío reciben un promedio de $134 mil. El monto está muy por debajo de lo esperado y las críticas apuntan a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs). Sin embargo, la mayor parte de los chilenos no tiene la cultura de monitoreo continuo de las pérdidas, utilidades, beneficios, y comisiones de las AFPs, entre otros aspectos que guardan relación directa con la jubilación.

Es decir, muy pocos tratan de conocer las reglas del juego, y no toman en cuenta los años de cotización, montos cotizados y el período en que se pasa a retiro, además de los vaivenes de los mercados. Dicho de otra forma, los que tienen nociones de finanzas planean mejor su jubilación y pensión, y suelen diversificar el riesgo de sus inversiones.

Qué dicen las investigaciones

La Prueba Pisa de Educación Financiera de 2017 echó a la cara del país el bajo desempeño de los jóvenes en asuntos financieros. Chile quedó entre los últimos lugares en la muestra de la Ocde: sólo el 1% de los alumnos de 15 años alcanzó un nivel destacado.

A su vez, China lidera la muestra de la Ocde en educación financiera. Detalle: en 1980, el PIB per cápita de Chile era de 2.577,32 dólares, según el Banco Mundial, mientras que el de China alcanzaba los 194,80 dólares. En 2018, el PIB per cápita de Chile fue de US$ 25.891 dólares, y el de China, 9,6 mil dólares. En números absolutos, Chile aumentó en 10 veces su PIB per cápita, mientras que China lo elevó en 49 veces. Según los expertos, es muy probable que la educación financiera haya contribuido al buen desempeño chino de las últimas dos décadas.

Otro estudio sobre el desempeño nacional en finanzas fue entregado el año pasado por la Asociación de Fondos Mutuos (AAFM), que entrevistó a cerca de 1.800 alumnos universitarios de nueve instituciones a lo largo de Chile.  El resultado:  más de la mitad no domina las nociones básicas sobre inflación, interés compuesto y diversificación. Y peor: sólo uno de cada cuatro contestó correctamente las tres preguntas de la encuesta.

Pero hay más: el informe del Sernac Financiero, con un total de 1.810 casos, arrojó resultados escalofriantes. Un 74% indicó no conocer siquiera un producto financiero. Pese a ese nivel de desconocimiento, el 98% declaró tener algún tipo de instrumento del mercado financiero.

“Estos resultados son preocupantes, porque todos usamos instrumentos financieros, estamos invirtiendo o vamos a invertir de forma indirecta, a través de los fondos de pensiones”, enfatizó Alejandra Cooper, gestora de Relaciones Institucionales de la Bolsa de Santiago. Cooper estuvo en Bío Bío el año pasado para un ciclo de charlas sobre educación financiera que es impulsado por la Bolsa. De hecho, otras instituciones, como la AAFM, el Banco Central, universidades y municipalidades han impulsado programas de educación financiera.

Lo anterior se debe a la consciencia de que la ignorancia financiera impacta en personas y organizaciones, afectando a toda la comunidad. Hoy “es imposible ser exitoso sin tener la capacidad de leer y escribir financieramente”, recordó Annamaria Lusardi, experta en educación financiera del Dartmouth College de EE. UU. Una advertencia que debería ser observada, considerándose que la educación financiera no está incluida en los planes de estudios en nuestro país.

¿Qué tan grave es? Quizás sea conveniente recordar que la última gran crisis económica mundial (Subprime, 2008) ocurrió por retrasos en la amortización de créditos y desconfianza en la capacidad de pago por parte de los deudores.

El boom del dinero de plástico

Datos de la Comisión para el Mercado Financiero (que reemplazó la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras a mediados del año) indican que, a diciembre de 2018, existían 22,3 millones de tarjetas de débito vigentes y 17,8 millones de tarjetas de crédito. Más de tres tarjetas para cada habitante adulto. Las excesivas facilidades para acceder al “dinero de plástico”, desde estudiantes universitarios a adulto mayores jubilados, son identificados como uno de los factores del crecimiento de los créditos impagos. Si bien no hay consenso respecto a qué es un nivel de deuda adecuado y qué es sobreendeudamiento, se utiliza el indicador de Carga Financiera Sobre Ingreso (mensual), con umbral de 25% y 50%. Según investigación de Jaime Ruiz Tagle (Cepal, UC), un 19% de los hogares en Chile estaría sobreendeudado. Gran parte de población ha privilegiado el consumo por sobre el ahorro, una realidad que contrasta con la solidez del sistema financiero y el respaldo a los ahorros de los ciudadanos. Chile no ha tenido experiencias de retención de activos por parte de gobiernos, como sí ha ocurrido en Brasil (Plan Collor, 1990) y Argentina (Corralito, 2001). Otra vez la explicación estaría en la conocida escasez de conocimientos en asuntos financieros.

La opinión de los expertos

Víctor Hernández, economista, docente de la Facea Universidad de Concepción: “Se requiere disciplina de pagos y mayor conocimiento de los productos ofrecidos por el mercado financiero en Chile”.

Felipe Larraín Bascuñán, ministro de Hacienda: “Sobre el endeudamiento de los chilenos, hay responsabilidad de los que dan el crédito, como también de los que reciben”.

Mónica Cavallini Richani, economista y gerente general de la AAFM: “Es un tema serio que estudiantes universitarios no sepan de inflación, interés compuesto y diversificación”.

Luis Felipe Slier Muñoz, director de Ingeniería Comercial USS Concepción: “Debemos fomentar el impulso de una cultura financiera inclusiva y responsable”.

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