Desafíos se presentan en variedad, por ejemplo, que Gobierno y empresas lleguen a consensos sobre políticas públicas y regulación del mercado digital. Esto puede verse como una ventaja para avanzar la alfabetización y en la propia economía.
Un estudio de la Ocde que analiza la preparación de sus países miembros para enfrentar la automatización, estableció que el 42% de los chilenos carece de las herramientas básicas para la economía digital, lo que podría poner en riesgo algunos empleos a futuro, advierte el organismo. Dicha falta de formación está concentrada en la población de mayor edad, donde Chile debería enfocarse en generar políticas de capacitación, recomienda el reporte.
Pero también la academia tiene un enorme desafío para combatir la temida obsolescencia actualizando mallas curriculares, ante un futuro que ya es presente, porque nunca antes el avance tecnológico había avanzado con tal rapidez, dejando obsoletos programas y máquinas a veces en cuestión de meses.
El problema es grave, y un buen ejemplo de lo anterior lo vive el comercio minorista tradicional, ya que mientras las ventas online han aumentado en una tasa del 39,4% anual, las ventas en los locales establecidos el aumento es apenas de un 2%. Este cambio en el comportamiento del consumidor es lo que se viene, apuntó el seremi de Economía, Mauricio Gutiérrez.
Para el director de Carrera de Contador Auditor de la Unab, Hugo Moraga, este dato Ocde “nos presenta más que una debilidad un gran desafío que podría llevar a Chile a crecer no sólo en la alfabetización digital, sino en la economía real, aumentando la eficiencia en el uso de los recursos y mejorando su productividad, nivelándonos con los países miembros de la organización”. Para el logro de estos objetivos, detalló, el Gobierno y la empresa privada deben consensuar las políticas públicas y regulación del mercado digital, para ofrecer mayor seguridad y regulación, tanto de los trabajos como del comercio que se realiza a través de plataformas digitales y los recursos tecnológicos, de tal forma que las tecnologías de información y las comunicaciones (TIC) puedan ser utilizadas por todas las personas, independiente de su edad, condición social o grado educacional.
“Los primeros desafíos internos deben apuntar a la infraestructura que sostienen las plataformas y recursos digitales, para mejorar el uso y adopción de las TIC, ya que de acuerdo a un informe emitido por el Banco Internacional del Desarrollo (BID) e investigaciones de connotados autores, se ha establecido que la economía y una mejora en las (TIC), están directamente relacionados con un aumento en el PIB, un aumento en la productividad y un aumento en las tasas de empleabilidad”.
Para el académico de Ingeniería Comercial de la USS, Carlos Fuentes, la realidad hoy es que no todos los países están preparados para la alfabetización digital. En la Unión Europea también hay países más avanzados en este tema (Finlandia, Dinamarca, Alemania, por ejemplo) y otros que están más atrasados; realidad que es distinta en América Latina, ya que el acceso a internet es un factor clave en la alfabetización digital y las realidades son muy dispares. Por ejemplo: Argentina fue destacada por la Unesco el año 2018 como uno de los cinco países que más avanzaron en alfabetización digital con su plan Aprender Conectados. Por otro lado está Perú, país en el cual un 25% de las personas no puede acceder a internet porque no sabe cómo usarlo.
En una economía donde las relaciones y procesos están habilitados digitalmente y los datos, aplicaciones y dispositivos están por todas partes, las organizaciones deben aprender a manejar sus requisitos tecnológicos a partir de un enfoque más automatizado para reducir la complejidad operativa de la infraestructura, que puede convertirse en un cuello de botella y limitar el éxito de un desarrollo digital, sostuvo Subject Matter Expert (SME) para Data Center & Cloud, LatAm, Cisco, Felipe Dreher. “Irónicamente, traer simplicidad es un desafío complejo en los ambientes de centros de datos modernos, cada vez más dispersos y heterogéneos. Este dilema lo identificamos en organizaciones alrededor del mundo. En América Latina, el escenario no es diferente, vemos muchas compañías remanufacturando, reenvasando y reconfigurando aplicaciones y sistemas para hacerlos flexibles”.