Los modus operandi son diversos. Si se tiene éxito, son reducidos en ferias o en redes sociales. Los guardias siempre están atentos a cada movimiento sospechoso.
Es un problema que causa pérdidas millonarias: se trata de los robos hormiga. En los supermercados de la Región del Bío Bío son muy frecuentes, por lo que no es de extrañar que las administraciones redoblen sus esfuerzos en guardias y en cámaras de vigilancia.
Detrás de estas acciones temerarias, se esconde una realidad: el comercio informal de diversos productos.
Para entender la importancia, se estima que, al año, las pérdidas en la industria a nivel nacional por este tipo de delitos alcanzan los US$ 250 millones. Es decir, unos $160 mil millones en moneda nacional (cifras reveladas por el Grupo Alto).
Esto quiere decir que si este monto se dividiera por todas las regiones que hay en el país, sin considerar la cantidad proporcional de locales en estos territorios, estas sustracciones podrían alcanzar fácilmente los $10 mil millones en el Bío Bío.
De acuerdo a la Cámara Nacional del Comercio, los resultados del primer semestre del año pasado, a nivel país en la materia, se precisó que un 52% del comercio fue víctima de un delito, encabezando el “hurto hormiga” con un 23%.
En el retail, el 84,7% fue afectado en esta modalidad, mientras que los minoristas en un 18,8%.
En Concepción y Talcahuano, el porcentaje corresponde al 20%, mientras que el hurto simple en 16,7%.
De acuerdo a las fuentes consultadas, quienes pidieron resguardar su identidad por razones entendibles, se tratan de grupos especializados que llegan muchas veces con esta misión clara.
“Lo que más roban son los cafés en tarro y sprays de todo tipo, para matar insectos y aromatizantes. O todo lo que sea tarro y no tenga fecha de vencimiento rápido”, reveló una fuente.
“Es que son caros y claramente que al venderlos afuera sale negocio”, opinó otro consultado.
Operar dentro de pasillos iluminados, con guardias y cámaras de vigilancia requiere de una destreza importante para no ser detectados. “A veces andan con un coche al que van llenándolo. Aparentan que son una familia de compras. Pero, a veces, hacen malas maniobras y salen pillados igual”, contó un trabajador de seguridad.
Un joven que se desempeña en un local penquista contó que por lo general entran en grupo y que en ocasiones en solitario. “Los mecheros llegan, a veces, de a tres. Los guardias más novatos caen, por que los distraen haciendo preguntas. Lo mismo a los trabajadores de pasillos. Están hablando y los otros están llenando los bolsos a una velocidad increíble”.
Algunos especialistas indican que en media hora pueden extraer hasta $200 mil pesos en especies. Las penas son relativas, por lo que no es de extrañar que sólo se les pida que devuelvan las mercancías.
Y son en las ferias y redes sociales, los lugares y medios para desprenderse de estos botines capturados muchas veces a vista y paciencia de los cientos de clientes que por minuto entran en los 150 establecimientos que hay en la Región.
Según la Cámara Nacional de Comercio, por lo general, las medidas que se refuerzan para contrarrestar estas situaciones (de todo tipo), se dan a través de vigilancia por cámara de seguridad (61,4%), alarmas (24,5%) y guardias (20,4%).
Sólo un bajo porcentaje informó que ha implementado, por ejemplo, alarmas en los insumos (9,8%).
En la zona, el 18% de los consultados de Concepción y Talcahuano han incrementado la prevención durante el primer semestre del 2018.
“Nosotros hacemos todo lo posible para que esto no ocurra, pero tiene sus riesgos. Muchos, después te reconocen en la calle y te saludan. Se debe actuar muchas veces de manera, como dicen, diplomática”, confesó un guardia.