El costo médico en Chile aumentó 6,7% en 2018, según un estudio de Willis Towers Watson. Especialista de la consultora en gestión de riesgos enumera las posibles causas del alza de precios.
Según Nicolás Zamorano, de Willis Towers Watson en Chile, existe un alto nivel de desinformación y muchas veces los planes de salud no son adecuados a las necesidades de los usuarios.
“Por ejemplo, las personas al contratar un plan de salud no ven la letra chica, los topes, cuánto impacta cada una y hasta qué nivel podría bonificar la Isapre. Entonces, el usuario va, se atiende pensando que va a recibir un 80% de bonificación y resulta que realmente era un 40%, lo que le genera un mayor impacto en el copago”. Este es uno de los puntos de conflicto que destaca Zamorano.
El segundo factor es que la población chilena está envejeciendo cada vez más. El año pasado, se registraron más de tres millones de personas que tienen sobre 65 años, versus los 2.005.684 del año 2007. Esto se podría traducir en una mayor expectativa de vida en los chilenos y una mejoría en las políticas públicas, pero también en ese periodo de vida se registran más enfermedades. “A medida que envejeces, la salud es más cara. Porque a partir de los 50 años comienzan o se acentúan los padecimientos crónicos, como la hipertensión, diabetes o cáncer”, explica Zamorano. Todo se traduce, una vez más, en mayor costo de salud.
El tercer factor es la diferencia cultural con respecto al género: Aunque los hombres sean más riesgosos por tener menor preocupación en la prevención y salud, y consecuencia de esto, mayor probabilidad de enfermedades crónicas avanzadas a menor edad en comparación a las mujeres después de los 50 años, el costo de salud de ellas es mayor. Esto, por el factor de la fertilidad, consultas ginecológicas y, además, porque tienen mayor preocupación por el autocuidado, más conocimiento de patologías que afectan al género, por lo tanto, se transforman en usuarias más frecuentes de prestaciones de salud como son los exámenes y consultas médicas que los hombres.
Y el último factor es la tecnología. Una alta frecuencia de consultas médicas, necesidades de medicamentos y acceso a mejores técnicas, y estudios para diagnosticar y tratar oportunamente, hacen que los costos aumenten y, de alguna manera, hay que pagar esa inversión. “De hecho, la tecnología ha facilitado la frecuencia. Antiguamente debías hacer fila para sacar un bono, un papeleo tremendo, todo presencial. Pero con el sistema Imed ahora las personas sólo ponen su huella digital y sacan su bono automáticamente, facilitando el proceso”.
¿Qué se recomienda? Primero que todo, planificar. Saber a dónde ir en caso de urgencia, a donde van dirigidos sus planes de Isapre o de Fonasa. La hospitalización es uno de los costos más caros y, en caso de urgencia, si no vas al prestador preferente de tu plan previsional puede traducirse en una gran deuda.