Analistas se muestran divididos ante impacto de la tecnología y calificación del desempleo
29 de Noviembre 2018 | Publicado por: Edgardo Mora
Mientras unos dicen que cambios tecnológicos no son generalizados, otros ven que aplicaciones robóticas y automatizadas generan escala de operaciones sin más empleo o incluso bajándolo.
Entre las explicaciones tras el aumento en las cifras de desempleo que entregaron gremios empresariales, están los efectos de las nuevas tecnologías y la falta de calificación adecuada de los trabajadores.
En esta línea, Luis Méndez, director del Observatorio Laboral Bío Bío, disiente parcialmente respecto de las causas aludidas por el sector privado por cuanto, en lo relativo a las nuevas tecnologías, “los cambios no son generalizados, no han ocurrido en todos los sectores ni en todas las regiones, sólo hay casos específicos en la minería, en el transporte (Metro de Santiago, autopistas) y en algunas multitiendas”.
En relación a la falta de preparación, Méndez aporta que “la falta de calificación incide en el “desempleo estructural”, que es un tipo de desempleo que se da a lo largo del tiempo y no de manera cíclica. En la Región, los niveles de escolaridad promedio de la mano de obra es de 11,5 años. En sectores como el Silvoagropecuario o la Pesca no supera los 8,4 años. En la Construcción 10,4 años. Ello explica que el desempleo en la Región siempre es mayor al de la Región Metropolitana y por sobre el desempleo promedio del país”.
Respecto de los sectores regionales más sensibles al nivel de calificación, el director del Observatorio Laboral Bío Bío detalla: “los menos sensibles, lamentablemente, son los sectores de menor calificación. Allí hay un problema grave del sistema educacional. Las pruebas internacionales como la prueba Pisa, indican que el 50% de las personas que saben leer y escribir no entienden lo que leen. Por lo que en niveles bajos de escolaridad el daño es permanente. Si una persona no comprende al leer una instrucción básica resultará muy difícil capacitarlo”.
Renato Segura, director del Centro de Estudios de la Realidad Regional, Cerr, precisa que “el mercado laboral responde a las necesidades de la matriz productiva vigente. Esto es válido tanto para la fuerza de trabajo ocupada como para el nivel de calificación de la misma”.
En una mirada más aguda, Segura plantea, además, que la visión de los gremios privados “no se hace cargo de la responsabilidad que tienen los propios empresarios chilenos en el buen uso de la tecnología Mientras unos dicen que cambios tecnológicos no son generalizados, otros ven que aplicaciones robóticas y automatizadas generan escala de operaciones sin más empleo o incluso bajándolo. y en la disponibilidad de la mano de obra calificada para hacer efectivo ese buen uso”. El investigador argumenta que “en países con alto nivel de desarrollo de la industria, son las propias empresas los primeros a involucrarse en la calificación de la mano de la obra para las nuevas tecnologías incorporadas”.
A nivel regional, dice el director del Cerr, en la agricultura, por ejemplo, “la incorporación de nuevas tecnologías generó un alto nivel de sustitución de personas por maquinarias. Sin embargo, dichas personas migraron a otros sectores económicos, como lo fue el sector forestal y servicios”.
En cuanto a la validez de la falta de calificación como causa del alza en el desempleo, Segura es enfático en señalar que, en Chile, definitivamente eso no ocurre. “Las empresas prefieren sacrificar productividad a tener trabajadores con mayor calificación que le van a exigir mayores salarios o van a migrar a mejores oportunidades en empresas de la competencia”.
En tanto, Ariel Yévenes, investigador del Centro de Estudios Urbano Regionales, sostiene que “ el cambio técnico ha implicado que en una gran cantidad de funciones rutinarias, las aplicaciones robóticas y automatizadas han permitido el incremento de escalas de operación, no sólo sin incrementar empleo, sino que, incluso, reducir proporcionalmente la utilización del factor trabajo. Ello es una tendencia que no hará más que profundizarse conforme los avances y aplicaciones a la industria continúen emergiendo y, por tanto, constituye un marcado desafío para las economías”.
Semana de 40 horas
Cabe recordar que el Congreso acogió a trámite la idea de reducir de 45 a 40 horas la semana laboral, lo que podría impactar el empleo.
En este sentido, lo anterior provocaría “un incremento en la productividad, porque en menos horas hay que realizar la misma labor, dejando más tiempo a la vida familiar, a las posibilidades de seguir estudiando o, incluso, a otro trabajo complementario” prevé Méndez.
El director del Centro de Estudios de la Realidad Regional, agrega que “considerando la actual matriz productiva regional, en las áreas del empleo regional menos sensible a las calificaciones, el costo de la reducción horaria correrá por cuenta del trabajador, quien deberá readecuar su rutina de trabajo, en un menor período de tiempo y, probablemente, al mismo nivel de salarios”.