Economía y Negocios

Último sastre se prepara para dejar atrás su antiguo negocio

Por: Edgardo Mora 06 de Mayo 2018
Fotografía: Raphael Sierra P.

Con más de 90 años de edad y 25 de funcionamiento de su local, es uno de los dos sastres que aún se resisten a bajar las cortinas en Concepción. Valor de sus trabajos van desde $ 7.000 hasta los $140 mil por un traje hecho a la medida.

Con más de 90 años de edad y 25 de funcionamiento en el local número 17 de la Galería Giaccaman (Barros Arana 951), Irvin Navarrete es dueño de una tradicional sastrería del centro de la ciudad y también es uno de los dos sastres que aún se resiste a dejar la actividad.

El nonagenario fabricante de trajes a la medida ironiza diciendo que ya sus clientes lo han desbordado de pedidos porque a su edad probablemente junto con él la sastrería local va a desaparecer, ya que él y un colega que está con algunos problemas en su espalda, son los últimos que estarían quedando.

“Tengo cuatro terremotos en el cuerpo y fui campeón de los 400 metros planos”, dice Navarrete mientras gesticula como si estuviera en la pista atlética.

Muy probablemente fue su actividad deportiva lo que lo ha mantenido en tan buenas condiciones físicas como para continuar confeccionando, reparando y modificando los trajes de los penquistas.

“Partí como aprendiz en una casa de confecciones desde donde me independicé más tarde para formar mi propio negocio y salir adelante por mi propia cuenta”, detalla don Irvin porque “donde estaba no se cumplieron mis expectativas”, recuerda alardeando su excelente memoria.

Muy orgulloso, hace gala de antiguas notas de prensa donde luce sus finas terminaciones y elegantes diseños que hoy ofrece con la misma calidad, pero con mayor tiempo de entrega, ya que dice “por mi edad no me muevo tan rápido como antes” aludiendo a sus dotes atléticas.

La producción actual para un traje completo o un terno (incluye el chaleco) se entrega en aproximadamente un mes y una modificación como, por ejemplo, acortar mangas y ruedo se entregan en un plazo aproximado de 15 días.

Otra exclusividad

“Aprendí el oficio en 1950 y trabajé 10 años en una sastrería donde adquirí el sistema Arbiter y luego me instruí leyendo libros en el método Mitchel de forma tal que puedo aplicar un sistema más exacto respecto de las medidas de la anatomía humana”, especifica Navarrete.

Requerido respecto del tipo de telas con las que trabaja, don Irvin abre bien los ojos al escuchar la pregunta y se apresura a decir que “mi favorita para trabajar son las telas antiguas de Bellavista Oveja Tomé que desgraciadamente ya no hay porque no las hacen más, así que compré todo lo que pude antes que se cerrara”.

Escasez  de operarias

Al problema de las telas de Bellavista se suma otra de las desventajas actuales del oficio que tiene que ver con la escasez de operarias, más precisamente, dice don Irvin, de vestoneras o expertas en vestones.

“Ahora nos demoramos más de lo normal en hacer un traje, porque antes eran 15 días aproximadamente, producto de lo que cuesta hoy día poder encontrar una buena vestonera” se queja uno de los dos sastres que estarían quedando en la ciudad.

Incluso, Navarrete remarca: “la vestonera con la que trabajo, actualmente, tiene algunos inconvenientes. Ella es quien cose porque yo le dejo el trabajo listo y a punto de manera que la vestonera o la pantalonera sólo se dedique a coser y nada más”.

Acerca de cuáles son las principales solicitudes que recibe de parte de sus clientes son básicamente el arreglo de pantalones “porque les gusta justito de tiro y más delgado para abajo con los anchos que a cada uno le gusta”.

El problema de la escasez de las operarias se explica, según don Irvin, debido a que “la sastrería está muy mal hace tantos años, porque antes había 15 sastres en Concepción y ahora quedamos sólo dos. Lo mismo ha pasado con las operarias que antes eran más causado entre otros factores por la venta de ropa usada y China. Todo eso perjudicó a la sastrería”.

Resignado un poco por el lamentable escenario actual de la sastrería en Concepción, Navarrete termina confesando que “con esto de la escasez de operarias también estoy pensando que no me queda otro remedio que tener que irme porque arriendo este local”, expresa.

Valores y arreglos

La hechura de un chaleco que es parte del terno cuesta $48.000, el vestón $140.000 y el pantalón $ 50.000, pero generalmente lo rebajo un poco a $48.000 y puede quedar hasta en $45.000.

Respecto de los arreglos, que lo tienen un poco desbordado en trabajo, informa que acortar ambas mangas sale $8.000; el ruedo cuesta $9.000 igual que enangostar de los costados, enangostar las piernas del pantalón cuesta como $7.000 ambas y “tomando por los cuatros lados” dice don Irvin lo que para él es bastante desgastante.

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