En tiempos recientes, las llamadas criptomonedas han ganado la atención de los medios, generando polémica, expectativa y opiniones de todo tipo. Sin embargo, esta tecnología no es nueva, la primera y más popular, el Bitcoin, salió a la luz desde el 2009.
Es una moneda digital que utiliza la criptografía informática para generar dinero y verificar transacciones, las cuales se van agregando a un blockchain o cadena de bloques, el cual es un libro mayor donde se registran todos estos acontecimientos digitales.
La seguridad que brinda blockchain es que se distribuye en muchos lugares diferentes y solo puede ser modificado bajo consenso de la mayoría. El blockchain de Bitcoin lleva un registro de todas y cada una de las transacciones que se han hecho a lo largo de su historia.
La primera especificación del protocolo del Bitcoin se dio a conocer en 2008 cuando Satoshi Nakamoto (cuya identidad es un misterio hasta el día de hoy) envió un documento llamado Bitcoin: Un sistema de efectivo electrónico usuario a usuario a través de una lista de correo sobre criptografía. En él, explica que estuvo trabajando en un nuevo sistema de efectivo capaz de realizar transacciones sin necesidad de un intermediario.
El software de Bitcoin se pone a disposición del público en el 2009 con código abierto, para que toda la comunidad participe en su desarrollo. Con esto surge la minería: proceso a través del cual se crean más monedas y se hacen los registros de transacciones en blockchain.
En 2011 empiezan a surgir otras monedas o altcoins (por ser alternativas a Bitcoin) como Namecoin y Litecoin. Hoy en día son más de 1,000 monedas distintas en circulación y cada día aparecen nuevas opciones. Las altcoins más reconocidas además del Bitcoin son Ethereum, Litecoin, Riple, Dogecoin y Dash.
El Bitcoin, que en sus inicios valía tan solo unos centavos de dólar, experimentó durante todos estos años un aumento paulatino de su valor, pero fue en los últimos meses del 2017 cuando tuvo una escalada histórica, llegando hasta casi los 20,000 dólares a mediados de diciembre. A partir de ese punto la criptomoneda ha tenido un descenso a casi la mitad de ese valor en lo que va de 2018.
A las monedas que usamos regularmente para hacer transacciones, que son reguladas por un ente gubernamental y cuyo valor reside básicamente en la confianza que las personas depositan en la entidad emisora, se les conoce como fiat (dólar, euro, peso, entre otras). Los problemas que enfrenta el dinero fiat son, entre otros, que es susceptible de falsificación, además, cuando se emite y circula más dinero del necesario para satisfacer la demanda real surge la inflación.
El objetivo principal de Satoshi Nakamoto con el Bitcoin era crear un sistema de efectivo digital que no dependiera de ninguna entidad gubernamental o bancaria y como una estrategia para combatir la vulnerabilidad del dinero fiat.
Las criptomonedas utilizan algoritmos matemáticos para verificar la autenticidad de una operació, pero no permite reproducirla, lo que garantiza su seguridad.
Son monedas descentralizadas. No se requiere que las dos partes que realizan una transacción confíen en alguna entidad o intermediario, ya que se tiene el respaldo de una red con múltiples intermediarios o mineros anónimos. Una transacción se valida cuando democráticamente todos los integrantes de la red la certifican y son recompensados con Bitcoins por su trabajo.
Su producción está regulada por el algoritmo que rige Bitcoin, el cual no puede ser manipulado. No se corre el riesgo de una sobre emisión debido a que ha quedado establecido que después de llegar a 21 millones de Bitcoins su producción se detendrá.
A pesar de que el Bitcoin es la criptomoneda más conocida y de mayor valor, todas las criptodivisas funcionan de forma similar. Cada día son más las plataformas que aceptan Bitcoin como forma de pago, incluso en algunas tiendas físicas. Pero un factor que ha frenado la aceptación de otras criptomonedas, a pesar de que su uso es legal en casi todos los países es su volatilidad, que a su vez se debe a la desconfianza de la gente en monedas no regidas por el gobierno o la banca.
Muchas personas utilizan las criptomonedas como una forma de invertir su dinero a mediano o largo plazo o para hacer trading, (cuya definición es negociar o especular) es decir, así como se compran y venden acciones en la bolsa de valores, de igual manera se puede negociar con criptomonedas distintas.
Se mantiene el debate de si las criptomonedas son un milagro financiero o una burbuja. El pasado diciembre varios ganadores del Premio Nobel y magnates se alinearon para criticar al Bitcoin. El más duro de ellos fue Joseph Stiglitz quién abiertamente dijo que esta criptomoneda debería estar prohibida.
Warren Buffet opinó sobre el futuro de las criptomonedas a la CNBC, declarando que su final será inminente y desastroso.
Según algunas predicciones para 2018 publicadas en CNBC, un mayor número de instituciones aceptarán las criptodivisas y habrá mayor regulación, lo que podría reducir sus ganancias, pero también hay quienes piensan que tendrá un comportamiento aún más “salvaje y volátil” o bien que Bitcoin prevalecerá mientras otras criptomonedas crecerán.
Juan Ignacio Saieh, gerente general de TradeBTC, afirma que el mercado chileno de las criptomonedas tuvo un crecimiento considerable, pero que aún tiene mucho espacio para seguir creciendo. Hasta el momento existen dos monedas desarrolladas en Chile:
Proyecto Chaucha surgió en agosto de 2017 con la intención de entregar software, herramientas y la información necesaria para extender el uso de estas tecnologías en el país.
Luka es una moneda que vio la luz los primeros días de enero de 2018. Según sus creadores, surge con la idea de crear un alto impacto en blockchain, incrementando e incluyendo a todas las personas en el uso de estas tecnologías.
Independientemente de las criptodivisas, algunos expertos comentaron en el Foro de Periodismo e Innovación 20017 en Argentina, en que el futuro del Blockchain debería ser aprovechado sobre todo por las economías emergentes, con el objetivo de eliminar las barreras de entrada al sector de los servicios financieros o para realizar auditorías en procesos gubernamentales, lo cual, al requerir del aval de todos los integrantes de la red, combatiría la corrupción.
El futuro de Bitcoin y el resto de las criptomonedas es incierto, pero más allá de su furor especulativo, se espera que este año sea decisivo para que el sistema blockchain madure e iniciar con la comercialización de aplicaciones blockchain en el mundo real, teniendo un impacto positivo en la sociedad.