Economía y Negocios

Trabajadores en domicilio: los desafíos de la nueva industria textil chilena

Por: Equipo Economía y Negocios 12 de Noviembre 2017
Fotografía: Cedida

Según el estudio, están produciendo para intermediarios de la industria textil mayorista, en condiciones laborales de alta precariedad y con bajas remuneraciones.

La producción nacional de textil y de vestuario en Chile ha bajado fuertemente durante las últimas décadas. Esto causó la salida del mercado de gran parte de las empresas formales del rubro, mientras que la actividad de pequeños talleres a domicilio sigue vigente. En la actualidad, las trabajadoras textiles en domicilio, aquellas que tradicionalmente arreglan bastas, ajustan chaquetas o cambian cierres, siguen incursionando fuertemente en la cadena de suministro de la industria textil y del vestuario como forma de aumentar sus ingresos.

La investigación denominada: “Estudio del trabajo en domicilio en la cadena del vestuario en Chile y de la creación de organizaciones sindicales territoriales de las trabajadoras involucradas”, que fue realizada por la Fundación Sol en conjunto con la OIT, señala que las trabajadoras textiles en domicilio están produciendo para intermediarios que abastecen a la industria textil mayorista y que las condiciones laborales en las que esta dinámica se desarrolla son de alta precariedad, con bajas remuneraciones y sin acceso a la seguridad social.

“Si bien el trabajo remunerado realizado en el domicilio no es algo nuevo, los cambios en la matriz productiva del país han llevado a una reorganización de la producción y al surgimiento de nuevos escenarios, en los que muchas trabajadoras han quedado en un “área gris” que les impide poder acceder en plenitud a sus derechos laborales, por eso el interés de la OIT y de la Fundación Sol de profundizar y analizar la situación en la que actualmente está este sector”,  destacó Gerhard Reinecke, Especialista en Políticas de Empleo de OIT.

“El problema fundamental, es que parecen trabajadoras independientes, pero en realidad están insertas en una cadena de relaciones de dependencia a través de las cuales, por ejemplo, el nivel superior de la cadena –en este caso el retail- logra vender las prendas a precios mucho más altos que el costo real. De ahí que la ganancia se sostenga no en el valor intrínseco del producto, sino en las bajas remuneraciones pagadas a los eslabones inferiores de la cadena, representadas por las mujeres trabajadores textiles y sus hogares”, señala Alexander Páez, investigador de Fundación SOL y coordinador del estudio.

El encadenamiento, que se observa en el proceso de las prendas de textil en Chile, tiene como operadores líderes a las grandes empresas del retail y a las empresas y establecimientos que demandan vestimenta institucional. Los eslabones intermedios de la cadena son las empresas Pymes confeccionistas que abastecen a estos usuarios finales.

Temporeras de la ropa

Las trayectorias de las trabajadoras están marcadas por la estacionalidad, de manera que estos perfiles no son necesariamente únicos, excluyentes ni permanentes. Trabajar de forma dependiente o independiente está principalmente vinculado a determinados momentos del año por incremento de demandas en ciertos nichos; es más, las modalidades y ocupaciones también pueden ser mixtas, incluso en un mismo día, como formas complementarias de generación de ingresos.

Lo difuso de este trabajo dificulta el empadronamiento. No hay cifras exactas de cuántas, dónde ni en qué condiciones. También es difuso el “para quiénes o quién”. “Por eso nos ha sido muy difícil dar con una cifra exacta de cuántas son las mujeres que se encuentran en esta situación, sabemos lo que hacen y tenemos certeza de las condiciones de precariedad laboral en las que viven, pero aún no sabemos cuántas son”, señala Alexander Páez, Coordinador del Estudio.

Otra dimensión crítica es que el trabajo textil en domicilio es invisible. Las mujeres en muchas ocasiones no se consideran “trabajadoras” -como productoras de ingresos- dado la inestabilidad, las bajas remuneraciones que suelen percibir, y no formar parte de un espacio físico como era una fábrica textil.

Perfiles de las trabajadoras

La investigación permitió distinguir al menos 7 perfiles entre las trabajadoras.

Entre las modistas, se puede encontrar a (1) aquella trabajadora textil en domicilio que produce uniformes corporativos e insumos para empresas y hospitales –reconocidas como “confeccionistas de dos piezas”-; también a (2) la trabajadora textil en domicilio que hace piezas de ropa o prendas completas con producción para talleres o Pymes de confección; así como a (3) aquella trabajadora textil en domicilio que elabora uniformes de colegio y que generalmente comercializa sus productos directamente con apoderados –las llamadas “buzeras”-; y por último, a (4) la trabajadora textil en domicilio modista de barrio, que confecciona prendas de ropa y costuras sofisticadas.

Por otra parte, existe también (5) aquella trabajadora textil en domicilio que hace arreglos de ropa y que complementariamente suele hacer disfraces, ropa de mascotas y/o costuras menores; (6) la artesana, o trabajadora textil en domicilio que produce artesanías; y también (7) aquella trabajadora textil en domicilio que realiza artículos para uso doméstico en hogares (sábanas, cojines, cortinas, etc.).

Riesgos

Trabajar en el domicilio para el rubro textil y de confección tiene múltiples factores de riesgo. Un área de suma preocupación es la de la salud física y psicológica de las trabajadoras, problemas que están muy asociados a la falta de cobertura de derechos sociales a la cual se ven sometidas.

Muchos de los problemas físicos habituales están asociados a la postura que exige el trabajo, a lo que se suma la falta de mobiliario e iluminación adecuados para el mismo.

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