El desafío es hacerse cargo de la principal razón que las mantiene inactivas: “razones familiares permanentes”, como el cuidado de un niño o anciano.
El Instituto Nacional de Estadísticas estableció que en Chile existe una brecha salarial de 31% entre los sueldos promedio de hombres y mujeres.
Sin embargo, la distancia existente entre géneros en cuanto a participación laboral se refiere, ha mostrado una paulatina y constante disminución en los últimos seis años, informó el instituto.
Efectivamente, al analizar la población en edad de trabajar, correspondiente a las personas de 15 años y más en la Región, según sexo, se aprecia que entre 2010 y 2016, los hombres presentaron tasas de participación mayores que las mujeres (ver gráfico Nº1). No obstante, la brecha entre tasas ha disminuido paulatinamente a lo largo del periodo, pasando de – 27,7 pp. en el año 2010, a -23,4 pp. en el año 2016.
Por su parte, la población ocupada comprende a todas las personas de 15 años y más que durante la semana de referencia de la encuesta trabajaron al menos una hora y por la cual recibieron algún tipo de pago en dinero o especies.
Los hombres entre 2010 y 2016, presentaron tasas de ocupación superiores a las mujeres, siendo mayores a 61,0%, mientras que las mujeres obtuvieron tasas inferiores a 40,0%, es decir, brechas superiores a 22,3 pp. (ver gráfico Nº2).
La población Desocupada corresponde a las personas que no trabajaron al menos una hora durante la semana de referencia de la encuesta, buscaron una ocupación durante las últimas cuatro semanas (incluyendo la de referencia) y están disponibles para trabajar en las próximas dos semanas (posteriores a la de referencia).
La tasa de desocupación femenina fue superior a la masculina durante todo el período analizado, con brechas que van entre 3,1 pp. en 2010, a 1,1 pp. en 2016 (ver gráfico Nº3).
El Académico de Ingeniería Comercial de la Universidad San Sebastián, Javier Irarrázaval, destacó que en general, se observa que desde 2010 las brechas de participación, ocupación y desocupación entre hombres y mujeres se han reducido drásticamente. Eso es, sin duda, una buena noticia. Precisó, eso sí, que la reducción de la brecha de género no se debe exclusivamente al aumento de las tasas de participación y ocupación femenina, sino que una parte (minoritaria) de la reducción de esa brecha se debe a la reducción de las tasas de participación y ocupación de los hombres, lo que en sí no es positivo, apuntó.
Sobre los desafíos, Irarrázaval agregó que el informe explica que la principal razón por la cual las mujeres permanecen inactivas es “razones familiares permanentes” (un 34% del total de respuestas), lo que puede indicar principalmente tres situaciones: el cuidado de un menor o el cuidado de una persona con una condición médica inhabilitante y permanente (muchas veces de tercera edad).
“Ante eso, habría que promover políticas públicas que mejoren el acceso y calidad de las salas cunas y jardines infantiles, y quizás otorgar algún tipo de ayuda (un bono, por ejemplo) a aquellas familias que se hacen cargo de sus adultos mayores y/o enfermos, como de hecho plantean algunas candidaturas presidenciales, para así compensar el sacrificio de (mayoritariamente) mujeres que cuidan de sus seres queridos. Así, aumentaría la participación laboral de las mujeres, porque se reduciría su principal obstáculo.