Lleva poco tiempo. Por ende, es poco conocida, pero de a poco se está haciendo notar y su misión es muy importante para la Región del Bío Bío: lograr que los centros tecnológicos de universidades, institutos y otras entidades tengan una real vinculación con las empresas, una de las directrices que se deben mejorar en el ecosistema actual.
Estamos hablando de la Red Regional de Transferencia y su coordinador, Nelson Ortiz, finalizó hace poco un catastro para determinar cuántos hay en la zona. El número que registró es de 50, muchos de ellos instalados en las capitales provinciales, pero principalmente en el Gran Concepción.
“Partimos por hacer el levantamiento que hay en la Región. Se visitaron los centros y esa información la tenemos hace dos semanas y ya se está sitematizando”, precisó Ortiz.
Muchos de ellos se encuentran asociados a universidades, pero hay otras que no. “Ahora definiremos cuáles son los que realizan I+D (innovación y desarrollo), porque también hay algunos de esos 50 que son hoteles, que son unidades de transferencias tecnológicas, o que son laboratorios”, añadió Ortiz, quien es ingeniero civil industrial y conocedor de este entorno.
Hace unos días, la Red Regional de Transferencia trajo al Coordinador del Clúster de Tecnologías Digitales y Emerging Businesses en Tecnalia Research & Innovation, Guillermo Gil.
El especialista, oriundo del País Vasco de España, participó del taller “Manejo de Redes: Desafíos para los Centros Tecnológicos y “Transferencia Tecnológica: Nuevas tendencias en manufactura avanzada”. Lo mismo hizo en el Open Tech organizado por Desarrolla Bío Bío.
Igualmente estuvo en la Erede 2017 para reunirse igualmente con los centros tecnológicos y conocerlos en terreno.
De acuerdo a Gil, en España las universidades y las empresas hablan lenguajes distintos. La idea es que eso cambiara y lo lograron en los últimos años, por lo que su experiencia es vital para que la Región dé el salto.
Entregó cinco consejos. “Primero, que el éxito del caso vasco ha sido la cooperación público privada para crear este entorno de conexión entre la universidad y la empresa”, dijo Gil.
En segundo lugar está la motivación. “El rol de las agencias, de I+D es fundamental para empujar a esos dos mundos se miren”, enfatizó.
El tercero es que la Región se especialice. “No se puede disparar a todo, no se pueden abordar todos los temas. Se debe hacer una orientación en base a las capacidades del territorio”.
Mientras que el cuarto dice relación con la articulación del sistema innovador. “Tejer una densa red con foros, grupos de trabajo, etcétera”.
Y finalmente el quinto, que es “ir empujando los centros. Por ejemplo, en el país Vasco estos han sido claves en la transferencia tecnológica desde las universidades a las empresas. Por tanto, lo que se ha iniciado aquí está condenado al éxito”, aseveró Gil.
Algunos de los centros catastrados son el Cipa , el Centro de Biotecnología UdeC, Inia Quilamapu, entre otros.
Es por ello que Ortiz y Gil hicieron un llamado a integrarse a esta red que es ejecutada por Irade y financiada por el Comité de Desarrollo Productivo, Cdpr Bío Bío.
“Se fundamenta en la necesidad de potenciar las capacidades para la interconexión y transferencia, tanto en los centros generadores de conocimiento, como en la Pyme. Un rol importante en la estimulación de la innovación tecnológica, es el jugado por la investigación universitaria. Sin embargo, para que tenga un fuerte impacto en el crecimiento económico y en la productividad, debe haber una efectiva transferencia tecnológica al sector productivo. Así, esta iniciativa busca contribuir a disminuir las brechas existentes en este ámbito”, señaló el director ejecutivo del Comité de Desarrollo Productivo de Corfo, Juan Mardones.
La vinculación puede traer consigo productos de alto valor y generar nuevas posibilidades de negocios.